Cuatro años después de su elección como presidente de El Salvador, y a pesar de las múltiples críticas de las ONG y organismos internacionales por violaciones de DD. HH. en su conocida "guerra" contra las pandillas, su popularidad sigue intacta e incluso en aumento. Las encuestas señalan que nueve de cada diez salvadoreños aprueban la gestión de Nayib Bukele.

Este 1 de junio el presidente Nayib Bukele cumple su cuarto aniversario en la presidencia de El Salvador.

A lo largo de estos años, su “guerra” contra las pandillas, a la par de las denuncias de posible violación a los derechos humanos, han marcado su controvertido mandato.

Mientras que los críticos aseguran que su deriva autoritaria es innegable, el líder salvadoreño sigue siendo el presidente con más aceptación de toda la región.

Ahora, se espera que Bukele utilice todos los medios posibles para alcanzar la reelección en 2024, que para muchos ya está asegurada.

Cuatro años después, y a pesar de las múltiples críticas de las ONG y organismos internacionales por violaciones de DDHH en su conocida “guerra” contra las pandillas, su popularidad sigue intacta e incluso en aumento.

Las encuestas señalan que nueve de cada diez salvadoreños aprueban la gestión de Bukele.

Nadando entre popularidad y denuncias contra DDHH: Bukele cumple cuatro años al frente de El Salvador
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Un respaldo que el presidente ha interpretado como una señal de que va por “buen camino”.

De hecho, su eslogan de cara a los comicios de 2024 sigue siendo la “mano dura” contra el crimen organizado del país.

Ante este escenario, ¿qué ha hecho Nayib Bukele para que coseche tanta aceptación pese al aluvión de críticas?

Un país sin pandillas: la otra cara del ‘paraíso’

René Huberto Díaz se despertó el sábado 25 de marzo de 2022 y fue a trabajar como cualquier otro día.

El albañil de 50 años estaba trabajando en el diseño de una tumba en el cementerio municipal de Santa Elena, en la ciudad de Usulután.

Mientras almorzaba en un restaurante de la zona, dos personas se acercaron y lo mataron a balazos. Más tarde, se comprobó que no tenía ningún tipo de vínculo con las principales pandillas del país, la Mara Salvatrucha 13 (M13) y Barrio 18.

La de Díaz fue una de las 87 muertes de ese fin de semana a finales de marzo. Los tres días más sangrientos registrados en el país en al menos 30 años.

La respuesta de Bukele, que ya llevaba casi dos años en el poder, fue rotunda: el 27 de marzo declaró el estado de excepción con la aprobación del Congreso e inició la que se conoce como la “guerra contra las pandillas”.

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Uno de los factores que generó más malestar ese fin de semana fue que casi todos los asesinados fueron civiles, no pandilleros.

Un suceso que los expertos señalaron como algo “excepcional”, ya que, en las estructuras criminales, los homicidios nunca suelen ser “al azar”.

Investigaciones de diferentes medios de comunicación, como ‘El Faro’, explicarían más tarde por qué las pandillas actuaron de esa forma y cómo se llegó hasta ese 25 de marzo.

Desde el inicio de su mandato, Bukele estaba enfocado en reducir los índices de violencia con un plan de siete pasos que pocos sabían cómo funcionaba.

En paralelo, la Fiscalía había documentado y estaba investigando a varios funcionarios del Ejecutivo por negociar con las principales pandillas del país.

También se probó que los operarios de las cárceles daban un trato especial a los jefes de las pandillas –como servicios hospitalarios en el exterior, etc.– a cambio de que rebajaran la violencia en las calles.

Inicio del régimen de excepción en El Salvador

Pero un hecho acabó el pacto.

A finales de marzo de 2022, antes del fin de semana de la oleada de asesinatos, un convoy de la policía transportaba a varios pandilleros hasta la frontera, pero un grupo de militares los detuvo y los devolvió a la cárcel.

Situación que las pandillas interpretaron como una traición y que terminó en la ‘vendetta’ contra el Gobierno con el asesinato de civiles.

Bukele siempre ha negado cualquier vínculo con las pandillas, pero en El Salvador es sabido que algunas administraciones han negociado –fuera de los reflectores– con los grupos criminales para reportar avances en materia de seguridad.

Solo el pasado 29 de mayo, el expresidente Mauricio Funes fue condenado a 14 años de prisión por negociar con las pandillas.

Desde la declaración del estado de excepción, vigente hasta el día de hoy, El Salvador eliminó las garantías constitucionales con el pretexto de frenar los homicidios.

Algunos derechos básicos como el derecho a la reunión y asociación o la presunción de inocencia se suprimieron.

Un plan que facilita el control por parte del Gobierno, en especial sobre los presuntos pandilleros: permite detener a alguien sin pruebas, así como ampliar el plazo en el que una persona puede estar detenida sin sentencia.

Medidas que han llevado a la detención arbitraria de miles de personas. Según la organización de defensa de DDHH, Cristosal, se han recibido más de 4.000 denuncias de detenciones arbitrarias.

“Cerramos el 10 de mayo de 2023 con 0 homicidios a nivel nacional. Con este, son 365 días sin homicidios, todo un año”, apuntó el mandatario.

Mensaje de Bukele contra las pandillas de El Salvador: “no podrán ver ni un rayo de sol”

Este es el punto principal que ha mantenido su popularidad en auge. En lugares como el centro de San Salvador y las afueras, hace apenas un año ser comerciante era complejo y peligroso.

Las pandillas extorsionaban a los dueños de los locales y negarse a pagar podía costar la vida.

Cristina Arévalo, comerciante de 71 años, cerró su local tras recibir amenazas por parte de las pandillas, pero ahora está decidida a reabrirlo.

“Con la seguridad que se vive, pronto reabriré porque ya no me van a extorsionar”, aseguró Arévalo ante el periódico ‘Diario de las Américas’.

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Bukele utiliza un discurso de populismo punitivo que implica generar terror, miedo y amenaza
- Zaira Navas, especialista en seguridad e integrante de la organización de defensa de DDHH, Cristosal.

“Mensaje para las pandillas: por sus acciones, ahora sus ‘homeboys’ no podrán ver ni un rayo de sol”, dijo Bukele tras la oleada de asesinatos el 27 de marzo de 2022 en redes sociales.

Los pandilleros llevan sobre sus hombros una clara amenaza: si los encuentran, sufrirán. Y la sociedad civil está bajo una alerta constante por el fantasma de las maras.

Violación de DDHH: el fin de la dignidad de culpables e inocentes

Ir a la cárcel en El Salvador puede convertirse en un infierno.

Así lo denuncia la organización Cristosal, que ha documentado decenas de reos muertos por torturas, estrangulamientos, palizas, humillaciones o falta de atención médica en los penales salvadoreños.

En su último informe –publicado el 26 de mayo— la organización señala que, desde el inicio del estado de excepción, al menos 160 presos han muerto bajo custodia del Estado.

En este se acusa que algunos de los reos están siendo enterrados en fosas comunes sin el conocimiento de sus familiares.

“Se ha verificado y documentado que las muertes ocurrieron en el interior de los centros penales, es decir bajo custodia del Estado”, apunta el informe.

Nadando en popularidad y alertas de excesos, Bukele cumple cuatro años de mandato en El Salvador
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“Recibió patadas en el estómago que le provocaron que expulsara sangre por la nariz y boca, lo que provocó que perdiera la movilidad y que no pudiera comer”.

Es uno de los testimonios de un testigo anónimo, recogido por Cristosal sobre la muerte un reo con discapacidad de 45 años.

Una clara vulneración de los DDHH, tanto si la víctima era culpable o no de los cargos que se le imputaran antes de su muerte.

Por su parte, el líder de la nación siempre responde de la misma forma ante las críticas: con descalificaciones hacia cualquiera que cuestione sus medidas, incluyendo a las organizaciones de defensa de derechos, a los que ha llegado a tildar de “cómplices y defensores” de los pandilleros.

“Que sepan todas las ONG de ‘derechos humanos’ que vamos a arrasar con estos malditos asesinos y sus colaboradores, los meteremos en prisión y no saldrán jamás”, señaló el líder neoliberal en Twitter.

Bukele, el presidente ‘millennial’ de El Salvador

Bukele es el presidente mejor valorado de América Latina y muchos lo consideran como un modelo a seguir.

El publicista de 41 años entró a la Casa Presidencial de El Salvador con propuestas aparentemente transgresoras como la implantación del Bitcoin como moneda oficial junto al dólar.

Pero, ¿cuáles han sido sus logros en materia social y económica en estos cuatro años?

Bukele prometió mejorar la situación económica y reducir la pobreza, pero los índices no han tenido mejoras significativas e incluso han empeorado.

Según la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples del Banco Central de Reserva, en 2022 la pobreza se situó en el 26,6% de las familias salvadoreñas, mientras que en 2021 fue de 24,6%.

Además, la pobreza extrema se elevó del 7,8% en 2021 al 8,6% en 2022.

Por otro lado, la aplicación del Bitcoin fue un fracaso y es actualmente el punto menos respaldado por la sociedad. Índices y marcadores que están estrechamente relacionados con la problemática de las pandillas.

Pero el equipo de marketing del Gobierno no lo hace ver así.

“Bukele se ha servido de una gran campaña publicitaria de youtubers, influencers y medios de comunicación nacionales que le hacen parecer popular a pesar de no tener buenos indicadores económicos”, asegura Navas.

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Bukele está buscando a toda costa violar la Constitución para poder reelegirse
- Zaira Navas, especialista en seguridad e integrante de la organización de defensa de DDHH, Cristosal.

Sin una oposición real y con mayoría en el Congreso, en 2021 el mandatario destituyó a los cinco jueces de la Sala Constitucional de la Corte Suprema.

También lo hizo con el fiscal general y un tercio de los 690 jueces del país.

En estos cuatro años, Bukele ha moldeado una sociedad en El Salvador basada en el control férreo y la militarización no solo en las zonas rojas de presencia de bandas criminales, sino también en las comunidades en las que nunca la ha habido.

Sin un marco legal claro y con las detenciones en auge, para muchos el saberse libres o no, una vez arrestados, es una cuestión de puro azar.