El presidente peruano, Martín Vizcarra, obtuvo este miércoles una importante victoria en el Congreso controlado por la oposición fujimorista en su batalla contra la corrupción.

Consciente de su debilidad para llevar adelante sus reformas contra la lacra que corroe a Perú, al carecer de partido y de bancada, Vizcarra había presentado una moción de confianza, que de haberla perdido hubiera llevado a la disolución de la Cámara y a la dimisión de su gabinete.

Tras 15 horas de tenso debate iniciado el martes y cuyo resultado lucía incierto pues pocas bancadas habían anunciado el sentido de su voto, 77 congresistas votaron a favor del presidente, 44 en contra y tres se abstuvieron.

“El rumbo trazado continúa. Seguimos trabajando y poniendo como siempre #ElPerúPrimero”,
celebró Vizcarra en su cuenta de Twitter.

Las bancadas de centro derecha, como la de Alianza para el Progreso, y de los liberales, que simpatizan con Vizacrra, votaron a favor de la moción de confianza.

En tanto, la división en el seno del otrora sólido partido fujimorista Fuerza Popular (derecha, populista), principal fuerza de oposición, resultó clave.

“El país no necesita que se genere un caos político”, dijo el legislador fuijimorista Carlos Tubino, vocero de su bancada, al argumentar su voto a favor de la moción de confianza.

En cambio, la influyente legisladora fujimorista Rosa Bartra, titular de la Comisión de Constitución del Congreso, votó en contra “porque no confío en un político que no sabe que hace política y que carece de trayectoria”, en alusión a Vizcarra.

En tanto, el Apra, que cuenta con cinco legisladores, votó en contra; al igual que la izquierda parlamentaria, que suma 20 bancas y buscaba derrotar a la mayoría radical populista de derechas.

“Voté en contra porque este parlamento no merece confianza hoy”,
dijo a periodistas Marisa Glave, congresista de la coalición de izquierda Nuevo Perú.

Tras la votación, la vicepresidenta Mercedes Áraoz espera un período de diálogo que permita aprobar las propuestas y dejar atrás la tensión que marca la relación entre el Ejecutivo y el Congreso desde hace casi un año.

En las próximas semanas, los hechos demostrarán si el ánimo conciliador de parte de la oposición responde a una voluntad de cambio o, por el contrario, se trata de un instinto de supervivencia de unos parlamentarios que quieren evitar perder su empleo sabiendo que a partir de 2021 no podrán encadenar dos mandatos seguidos.