Los investigadores han encontrado una alta prevalencia de lepra entre los armadillos de nueve bandas en el oeste de Brasil, donde el consumo de su carne es común.
Los armadillos son una carne de caza popular en la Amazonia brasileña,
pero la manipulación y el consumo de estos mamíferos escamosos podrían poner a los humanos en riesgo de lepra, según un nuevo estudio publicado en PLOS Neglected Tropical Diseases.
Los humanos usualmente contraen lepra, también conocida como enfermedad de Hansen y causada por la bacteria Mycobacterium leprae, de otras personas infectadas cuando tosen o estornudan, esparciendo la bacteria. La mayoría de las personas tienen una inmunidad natural contra la lepra, pero en algunas personas la infección progresa a una enfermedad, causando lesiones en la piel, daño a los nervios y pérdida ósea.
Existe otra fuente potencial de infección por lepra: armadillos de nueve bandas (Dasypus novemcinctus). Estos animales se encuentran entre las pocas especies silvestres que se sabe que albergan la bacteria de la lepra y se ha demostrado que son responsables de algunos casos de lepra humana en el sur de los Estados Unidos.
Sin embargo, la lepra en los EE.UU. sigue siendo muy rara (alrededor de 200 casos nuevos cada año) y las posibilidades de contraer lepra por un armadillo son extremadamente bajas.
Brasil, por el contrario, tiene más de 25 000 nuevos casos de lepra humana cada año. Las comunidades locales en la región amazónica de Brasil también interactúan con armadillos más que en otros lugares, cazando, cocinando y comiendo los animales regularmente.
Para ver si la lepra prevalece entre los armadillos en la Amazonía, un equipo de investigadores examinó tejidos del hígado y bazo de 16 armadillos de nueve bandas en el estado de Pará, en el oeste de Brasil. Diez de estos animales, equivalente al 62 %, mostraron signos de infección por lepra, una tasa de infección más de tres veces superior a la que las investigaciones anteriores encontraron entre los armadillos en el sur de los EE.UU.
Los investigadores también encuestaron a 146 personas de dos comunidades en Pará, y encontraron que el 65 % de ellos tenía algún tipo de interacción regular con armadillos, ya sea al cazar, limpiar o preparar a los animales para cocinarlos, y al comerlos.
Cuando el equipo comparó a todas las personas que comieron o manipularon armadillos con los que no lo hicieron, no encontraron diferencias entre sus niveles de exposición a la lepra.
Sin embargo, observaron que un subconjunto de personas estaba en mayor riesgo. Las personas que comieron armadillos más de una vez al mes, en algunos casos incluso dos veces por semana, mostraron signos más altos de exposición a la infección por lepra en comparación con las personas que consumían armadillos con menos frecuencia o nunca.
La mayoría de las personas a las que les gustaba mucho comer armadillos eran cazadores, dijo a Mongabay John Spencer, profesor asociado de la Universidad Estatal de Colorado (EE.UU.) y coautor del estudio.
“Algunos de ellos también limpiaron la carne, eliminando partes del animal que no son comestibles, y en el proceso se exponen a la sangre y otros fluidos corporales dentro del animal. Algunos de ellos participaron en la cocción de la carne, mientras que otros participaron en todas estas actividades”, dijo Spencer. “Entonces, este grupo en particular al que realmente le gustaba comer armadillos parecía tener muchos más factores de riesgo, y esta podría ser la razón por la que los niveles de anticuerpos [las proteínas que responden a los patógenos] en este grupo son mucho más altos”.
Richard Truman, exjefe de investigación del Programa Nacional de Enfermedades de Hansen en Louisiana, EE.UU., quien ha estudiado extensivamente la lepra en armadillos pero que no participó en el estudio de Spencer, dijo: “Lo que este estudio ha hecho diferente a otros estudios en Sudamérica fue detectar la infección de armadillos por múltiples métodos […] luego mostrar que las personas que tienen una mayor interacción con los armadillos también tienen un mayor riesgo de lepra”.
Sin embargo, Truman advirtió que 16 armadillos era un tamaño de muestra pequeño, y los animales no fueron recolectados sistemáticamente. “Por lo tanto, el porcentaje de resultados positivos no es muy significativo en este momento”.
Spencer, sin embargo, dijo que sentía que el tamaño de la muestra era lo suficientemente grande como para llegar a las conclusiones que tomaron. Obtener muestras de armadillo fue un gran desafío logístico, agregó. Los investigadores necesitaron muestras de tejidos frescos para su análisis, lo que significaba que tenían que depender de los armadillos recién cazados. Matar armadillos salvajes para el consumo está prohibido en Brasil, y solo algunos cazadores estuvieron dispuestos a ayudarlos.
“Si cazaban al animal en algún momento entre la medianoche y las 5 a.m., nos llamaban y llegábamos a la ubicación y tomábamos muestras del hígado y bazo antes de que los tejidos comenzasen a decaer, porque sino es difícil buscar marcadores de ADN de las bacterias”, dijo Spencer.
De humanos a armadillos a humanos
Los armadillos no siempre estuvieron asociados con la lepra.
Los animales blindados son nativos de las Américas, y el Nuevo Mundo no tuvo lepra hasta que llegaron los exploradores europeos, lo que significa que los armadillos adquirieron la lepra de los seres humanos en los últimos 400 a 500 años. Desde entonces, los animales se han convertido en una fuente de infección.
En el 2011, Truman publicó un artículo que muestra una coincidencia entre la secuencia de ADN de las cepas de M. leprae entre personas infectadas y armadillos en el sur de los EE.UU., lo que proporciona un vínculo definitivo entre los dos.
“Si nunca has estado en contacto con un paciente con lepra que no ha sido tratado, y tienes lepra, es muy probable que lo hayas adquirido de alguna fuente ambiental como los armadillos”, dijo Spencer. “La dificultad es que Brasil tiene mucha lepra”.
Brasil tiene una tasa de incidencia de lepra de 1.2 casos por cada 10,000 personas, o más de 25,000 casos nuevos de una población de 207 millones. Es el único país del mundo con más de 1 caso nuevo por cada 10,000 habitantes.
“Eso significa que hay una gran cantidad circulando y mucho de eso es humano a humano”, continuó Spencer. “Sin embargo, si interactúas con armadillos y lo haces de manera bastante frecuente, eso generalmente aumentará tu riesgo de contraer lepra de esa fuente”.
Ceviche de hígado y cebolla de armadillo
La bacteria de la lepra afecta a los humanos y armadillos de manera ligeramente diferente.
En los humanos, las bacterias se limitan a la piel y los nervios y, por lo general, no causan la muerte, dijo Spencer. La bacteria prefiere la piel humana porque es un poco más fría que los órganos internos. “La temperatura interna del cuerpo, 37 grados Celsius (98.6 grados Fahrenheit), es demasiado caliente y letal para las bacterias”, agregó.
En contraste, el cuerpo del armadillo, que incluye órganos internos como el hígado y el bazo, tiene una temperatura de alrededor de 34 grados centígrados (93.2 grados Fahrenheit), lo que lo convierte en un entorno de crecimiento ideal para las bacterias. Esto no solo hace que la enfermedad sea letal para los armadillos, sino que también proporciona otro riesgo de exposición para las personas que cazan, pelan o manipulan la carne de armadillo para el consumo.
Por ejemplo, en ciertas áreas de Pará, algunas personas consumen hígado de armadillo crudo en forma de ceviche de hígado y cebolla. Puesto que el hígado es uno de los órganos principales donde el crecimiento de las bacterias de la lepra es mayor, comer hígado crudo puede ser un comportamiento de alto riesgo, escriben los autores, uno que podría conducir a una infección.
Según los expertos, sin embargo, el vínculo entre el armadillo y las infecciones por lepra humana en la Amazonía brasileña todavía necesita más investigación.
Juliano Vilaverde Schmitt, de la Universidad Estatal de São Paulo, Botucatu, Facultad de Medicina, dijo que si bien el estudio era interesante, la conexión entre la alta prevalencia de infección por lepra en armadillos y la mayor prevalencia de casos de lepra humana en la región no era muy consistente.
Truman estuvo de acuerdo en que se necesitaba más investigación.
“El siguiente paso para estos investigadores es realizar estudios sistemáticos para describir la prevalencia real de la infección en los armadillos, la naturaleza resistente de la enfermedad y vincular la presencia de la enfermedad en los armadillos con los humanos mediante la identificación de los tipos de cepa que “son compartidos y manifestados por armadillos y humanos en la región”, dijo.
Este artículo se publicó originalmente en Mongabay Latam