Al menos 30 personas han fallecido, diez de ellas agentes de Policía, en el marco de una serie de manifestaciones que sacudieron Chad el miércoles en protesta por la decisión del presidente, Mahamat Idriss Déby, de consolidarse en el cargo durante los próximos dos años.

Al menos 50 personas murieron y cerca de 300 resultaron heridas este jueves en las protestas contra el Gobierno de transición de Chad reprimidas por la Policía en diferentes ciudades del país, informó el primer ministro chadiano, Saleh Kebzabo.

“Estos insurgentes tienen la gran responsabilidad de unos 50 muertos y cerca de 300 heridos”, dijo Kebzabo en declaraciones a la prensa recogidas por el medio local Alwihda Info, y aseguró que “el Gobierno de la República del Chad mantendrá el orden en todo el país y no tolerará más ningún tipo de deriva, venga de donde venga”.

El primer ministro de transición informó del establecimiento de un toque de queda desde las 18:00 a las 06:00 horas en Yamena, la capital, y las ciudades de Doba y Koumra, a partir de esta noche.

Igualmente, anunció la suspensión de todas las actividades de los partidos políticos Los Transformadores y el Partido Socialista sin Fronteras (PSF), así como de la coalición de acciones ciudadanas Wakit Tamma, precursores de las manifestaciones y contra quienes se iniciarán “procedimientos judiciales”.

Por otro lado, Kebzabo aludió a que la manifestación era una “insurrección armada” en la que se ha realizado “un curso de formación de guerrilla urbana” a más de 1.500 jóvenes.

Las manifestaciones, convocadas por organizaciones de la sociedad civil, partidos políticos y líderes religiosos, que instaron a la población a expresar su descontento de manera pacífica, habían sido prohibidas la víspera por las autoridades.

El Ejército y la Gendarmería tomaron las calles de la capital y respondieron con munición real y gases lacrimógenos.

La represión policial fue condenada por la Unión Africana, que hizo un llamamiento a las partes “para que respeten la vida humana y los bienes y favorezcan los medios pacíficos para superar la crisis”.

Las autoridades de Francia, país al que se acusó de estar implicado en las protestas, afirmaron no tener “ningún papel en estos acontecimientos, que se deben estrictamente a cuestiones de política nacional de Chad”.

Las protestas tienen lugar el día en que estaba previsto que finalizara la transición, iniciada hace 18 meses tras la muerte del presidente Idriss Déby en combates entre grupos rebeldes y el Ejército en abril de 2021.

Desde entonces Chad estuvo liderado por una junta militar encabezada por Mahamat Idriss Déby Itno, de 38 años e hijo del difunto presidente, quien anuló la constitución y disolvió el Gobierno y el Parlamento.

Chad llevó a cabo entre agosto y octubre pasados un diálogo nacional de reconciliación para acordar las bases de la vuelta al orden constitucional.

El diálogo fue muy criticado y boicoteado por partidos de la oposición y movimientos rebeldes por no considerarlo inclusivo.

En dicho diálogo se acordó que la transición se extendiera por dos años más a partir de este 20 de octubre, y también se decidió la disolución de la junta militar y que Déby Itno fuera investido presidente de transición.

El pasado día 10, Déby Itno anunció la formación de un “Gobierno de unidad nacional” en su discurso de investidura y prometió un referéndum constitucional y unas elecciones que, tras finalizar la transición, se organizarán “de forma transparente y tranquila” para “poner fin a la transición y garantizar la vuelta al orden constitucional”.

Desde el principio, Déby Itno ha contado con el apoyo de la comunidad internacional, encabezada por Francia, la UE y la Unión Africana, ya que el Ejército de Chad es uno de los pilares de la guerra contra los grupos yihadistas en la región del Sahel, junto a las tropas francesas de la misión Barkhane.