Durante las últimas horas, un curioso rumor comenzó a circular en redes sociales en relación a Nano Calderón y Felipe Camiroaga.

Desde anoche, diversos usuarios comenzaron a difundir una historia que vinculaba al hijo de Hernán Calderón Salinas con el incendio de febrero de 2011 en la residencia de Chicureo del “Halcón”; un hecho que acaparó portadas de diarios de la época y cuya autoría nunca quedó dilucidada.

Citando un antiguo tweet de Calderón, no fueron pocos quienes lo relacionaron directamente con el siniestro. “Ma feli ke camiroaga con bomberos en xicureo xd” (sic), fue el mensaje que gatilló el rumor, que rápidamente se viralizó con otros supuestos antecedentes.

Twitter | Glamorama
Twitter | Glamorama

Para sostener esta teoría conspirativa, los internautas sumaron al tweet uno de los capítulos de la biografía Felipe Camioraga, La Verdadera Historia de los periodistas Cristián Farías (editor de Glamorama) y Cecilia Gutiérrez, donde abordan detalles del atentado.

A través de Glamorama, Farías se refirió al origen del rumor y, a su vez, entregó información anexa para resolverlo.

“La biografía relata que, en el lugar del incendio, donde se encontraba el ‘Halcón de Chicureo’ y sus más cercanos cuando las llamas recién habían sido aplacadas, ocurrió lo siguiente:

‘Poco después de las seis de la mañana apareció un hombre que nadie conocía, pero que estacionó su auto al interior del terreno y se les acercó a conversar. ‘Hola, soy un vecino cooperador’, dijo. Camiroaga y su grupo de íntimos se miraron extrañados, aunque luego continuaron con la remoción de escombros’“, escribió Farías.

Tras su presentación, el sujeto reapareció con bolsas con agua mineral, galletas y cigarrillos.

El desconocido intentaba entrar en conversa con Felipe, pero el afligido rostro de TVN ignoró sus palabras porque tenía sus pensamientos en otra parte, tratando de asimilar la gran pérdida que había sufrido“, agrega la biografía.

Tras el informe de Patricio Palominos, perito de la Segunda Compañía de Bomberos de Lampa, la conclusión fue una: el siniestro había sido intencional.

“Se encontraron rastros de vidrios con olor a combustible y un bidón. Y el principal sospechoso es el misterioso hombre que se identificó como hijo de una conocida artista y les llevó galletas y cigarrillos, aunque nadie lo conocía. La policía lo citó a declarar, pero el sujeto no asistió”, detalla el libro.

“Con todos los antecedentes de la investigación en sus manos, y sabiendo el nombre del sospechoso con el que tuvo contacto durante la misma mañana del siniestro, Felipe tomó su decisión. No quiso entablar acciones legales porque opinó que sería un proceso ‘demasiado doloroso’”, agrega.

“‘Además tendría que enfrentarme cara a cara con ese tipo’, comentó. Y a más de un año del siniestro, el fiscal Ulises Berríos -quien tomó el caso luego de que Macaya fuera trasladado- decidió archivar la causa”, señalan Farías y Gutiérrez.

Para el periodista, la relación entre Nano Calderón y la autoría del incendio no es más que una fantasía: “De esta manera, cabe racalcar que el sospechoso nunca fue Nano Calderón Argandoña”, asegura.