Marlon Brando dejó una huella imborrable en el cine, pero también la leyenda destacó por ser adicto al sexo y tener un apetito voraz, mientras filmó varias películas que hoy son consideradas de culto.

Marlon Brando fue un ave rara en Hollywood, que genera admiración por las actuaciones que brindó a lo largo de sus años como actor. Y por cierto, no en cualquier cinta, puesto que la carrera del nacido en Omaha, Nebraska, contempla una selección de películas que hoy son obras de culto.

Si bien interpretó al carismático Vito Corleone en El Padrino (1972) y al temible coronel Walter Kurtz en Apocalipsis ahora (1979), sus papeles dejaron una estela imborrable en el cine. Sin embargo, como todo genio, el intérprete condensa los peores demonios por su carácter arrogante e impredecible, que empaña en parte el legado que dejó al mundo.

Del mismo modo, Brando incursionó a través de sus personajes con el método Stanislavski, desarrollado por el actor ruso Konstantín Stanislavski, para bucear en la mente de Stanley Kowalski, entre otros, que todavía resuenan en la retina de cualquier estudiante de teatro.

Sin embargo es la vida privada del actor la que genera mayores controversias, dado que se casó tres veces, teniendo cerca de 11 hijos con sus exparejas; además, en una época conservadora, tuvo varios romances que involucran tanto a mujeres como a hombres de Hollywood.

Los humildes orígenes de Marlon Brando

La infancia del actor no fue luminosa ya que su padre y madre eran alcohólicos. Tras sufrir el maltrato de ambos, decidió emprender una aventura en New York y seguir a dos de sus hermanas que soñaban con actuar.

Así, Brando empezó un camino que le trajo el éxito, primero, en las tablas de Broadway en 1944. “Marlon nunca tuvo que aprender a interpretar. Ya lo sabía todo”, destacó la leyenda de la interpretación, Stella Adler, a su alumno más brillante.

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Al cabo de pocos años, Brando interpretó el papel de Stanley Kowalski en la obra teatral de Tennessee Williams, Un tranvía llamado deseo, que fue llevada al cine con el intérprete dando vida nuevamente al antagonista.

Tras el arrollador éxito, se escondían los temores de un niño que muchas veces tuvo que recoger a su madre borracha que se desmayaba sola en la calle. Mientras su padre, dedicado a la venta de pesticidas, vivía desconectado de las necesidades de su hijo.

“Mi madre era alcohólica. En varias ocasiones tuve que sacarla de la cárcel. Mi padre fue un hombre violento que nos pegaba a mi madre y a mí”, señaló el propio actor en el documental Listen to me Marlon.

Igualmente, pese a una vida llena de abandonos, el intérprete de Napoleón encontró en la actuación, la herramienta que le permitía adaptar la realidad a través del arte de la improvisación.

Según su biógrafo William Mann, era un recurso que le permitía derrochar inteligencia y también ufanarse de un terrible egocentrismo capaz de destrozar todo a su paso. “Si una mentira le es válida, Marlon no dirá la verdad. La verdad lo aburre. Le parece sosa en comparación con una buena mentira, una improvisación y una rabieta a tiempo”, indicó el escritor.

Eso sí, en sus momentos de lucidez era capaz de admitir sus errores. “Perseguí a mujeres para cubrir lo que mi madre nunca pudo darme y por hacer daño a mi padre”, mencionó en sus últimos años. “Necesitaba tener el control para no sufrir”, consignó El País.

Los amores de Marlon Brando

Como una leyenda urbana del espectáculo, mucho se especuló con la adicción al sexo de Brando, quien admitió a sus cercanos que tenía una activa vida sexual, donde la experimentación era la tónica de sus múltiples relaciones que involucraba a sus propios colegas.

Por lo mismo, varias estrellas suenan como sus posibles amantes: Marilyn Monroe, Marlene Dietrich, Ava Gardner, Grace Kelly, James Dean, Rock Hudson, Richard Pryor, Marvin Gaye y James Baldwin.

Con los años, el actor fue sincero con sus experiencias, calificando que sus acciones se debían a que era una “bestia sexual”, recoge una nota de El País. También afirmó en una íntima entrevista con Gary Carey que “nunca le he prestado demasiada atención a lo que la gente piensa de mí”, dijo para el libro El Salvaje.

El presunto abuso de la niñera

Aunque el mismo Brando asegura que sus primeros impulsos sexuales comenzaron tan tempranamente como a los 4 años de edad, su figura de deseo tenía un nombre: Ermie, su niñera morena, descendiente danesa e indonesia, de un aspecto tan exótico que marcó su imagen en el artista para toda su vida.

Cierto o no, la historia empezaría con su atracción hacia su cuidadora, de quien asegura que se sentía enamorado. Asimismo, rememora cómo durante su infancia, ambos compartían la cama desnudos. “Una noche me senté junto a ella, observando su cuerpo y acariciando sus pechos […] Me tumbé encima de ella. Era solo mía, me pertenecía solo a mí”, mencionó al suplemento Icon del diario español.

En paralelo, el actor confesó que toda su vida intentó sanar esta separación traumática con todas sus relaciones de pareja. Es más, esta relación calificada como abuso sexual de la que fue víctima Brando, lo habría llevado a “esa actitud compulsiva hacia el sexo: quería practicarlo todos los días y cuanto más mejor. Brando se sintió atraído por mujeres de físico similar toda su vida”, señaló Susan Mizruchi, autora de La sonrisa de Brando, a El País.

Sobre sus matrimonios, el actor se casó con Anna Kashfi, Movita Castaneda y Tarita Teriipaia. Pero apenas duraba un par de años. “Quería ser amado y deseado por las mujeres. Pero terminaba rompiendo sus corazones, porque no podía ser fiel”, agregó Mizruchi en su libro.

La comida: la otra pasión de Marlon Brando

Ahora bien, Brando también se robaba el protagonismo detrás de cámara, al tener un apetito insano, pues consumía grandes cantidades de comida. Según Richard Erdman, compañero de elenco en Hombres (1959), el actor solía comer comida chatarra y crema de maní, un alimento del “cual sacaba directo del jarro”. No obstante, pese a su figura delgada, acostumbraba a engordar con bastante frecuencia.

H 2015

De igual modo, comía muchos bollos de canela, los cuales devoraba directamente de las cajas. Por ello, sus desayunos eran una extrema combinación entre la sal y el azúcar. Hay que resaltar que en sus desayunos había huevos con bacon, salchichas, cereales, entre otros productos, altos en calorías.

Según recuerdan, un hambriento Brando era capaz de comer seis hot dogs en El Pink, un local ubicado en Hollywood, consignó La Vanguardia. De este modo, cuando vivía en su mansión de Mulholland Drive, sus amigos le llevaban hamburguesas, que las metían entre las rejas de su lujosa mansión.