Este 19 de mayo se cumplen dos años de la Boda Real que más expectación ha causado en el último tiempo: el matrimonio de la ex actriz norteamericana Meghan Markle y el príncipe Harry de Inglaterra.

La pareja dio el sí en la Capilla de San Jorge, en el Castillo de Windsor, ante más de dos mil invitados y millones de espectadores en todo el mundo.

Pero lo que se pensó que sería un enlace más en la historia de los Windsors terminó provocando uno de los mayores cambios en los últimos años en la familia real británica.

Sussex Royal
Sussex Royal

Cuando en el verano de 2016, Harry conoció a Meghan en una cita a ciegas. Era lógico pensar que su camino no sería fácil. Después de todo, él pertenece a una de las familia reales más estrictas del mundo y ella era una actriz divorciada con raíces afroamericanas y con una fuerte voz feminista.

Al principio Meghan era vista como una nueva conquista de Harry, quien, aunque mucho más tranquilo que en su adolescencia, seguía siendo considerado por la opinión pública como la “oveja negra” de la familia.

El 31 de octubre de 2016, Sunday Express publicó que Harry estaba “enamorado” de la actriz Suits, lo que cambió las cosas rápidamente.

La tranquilidad que disfrutaron los primeros seis meses de su relación se esfumó y dio paso a una avalancha mediática, mensajes xenofóbicos y comentarios racistas, que hicieron que el príncipe rompiera su primera norma real por ella.

 Samir Hussein |   WireImage
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La primera confirmación del romance vino de un desgarrador comunicado del Palacio de Kensington, donde Harry acusaba “sexismo y racismo” contra su novia.

“El príncipe Harry está preocupado por la seguridad de la señorita Markle y profundamente decepcionado de no haber podido protegerla. No es correcto que a pocos meses de iniciar una relación con él la señorita Markle sea sometida a esta tormenta. Él sabe que los comentaristas dirán que ‘es el precio que ella tiene que pagar’ y que ‘es parte del juego’, pero no está de acuerdo. Esto no es un juego, es su vida y la de él”, sentenciaba a través de la declaración.

Días después, el príncipe William también hizo una excepción para apoyar a su hermano. “El duque de Cambridge comprende absolutamente la situación de la privacidad y apoya la necesidad de que el príncipe Harry proteja a las personas más cercanas a él”, escribió.

Si bien el mismo William había enviado un comunicado similar cuando comenzó a salir con Kate Middleton, el de Harry tenía un tono mucho más personal y directo, dada su mala relación con los paparazzi, a quienes responsabilizaba por la muerte de su madre, la princesa Diana.

La primera boda biracial

La relación se fue fortaleciendo y fueron los príncipes Carlos y William los primeros en recibir a Meghan en la familia, seguidos por Kate y la pequeña princesa Charlotte.

En noviembre de 2017, todo se volvió más concreto. Meghan renunció a Suits y se fue a vivir con su novio al palacio de Kensington en Londres.

Finalmente el 27 de noviembre, y con el histórico consentimiento de la reina Isabel, Harry anunció su compromiso con Meghan, quien se convertiría en la primera integrante biracial de la familia real.

“Se consideró una unión real adecuada para el siglo XXI y un punto de inflexión para la monarquía”, aseguró la biógrafa real Katie Nicholl en su nuevo libro, “Harry y Meghan: vida, pérdida y amor“.

“Meghan fue la primera divorciada de raza mixta en casarse con un miembro de la familia real, algo que, hace décadas, habría sido impensable”, añadió.

La beneplácito de la Reina fue un momento histórico, ya que hay antecedentes de otros miembros de la realeza que han visto afectada su relación solo por sus divorcios.

Sin ir más lejos, en 1936, el rey Eduardo VIII debió abdicar al trono para casarse con la norteamericana y dos veces separada Wallis Simpson.

Algo similar ocurrió en 1950 cuando la hermana menor de Isabel II, la fallecida princesa Margarita, quiso contraer matrimonio con Peter Townsend, un militar divorciado que finalmente optó por su carera.

Agence France - Presse
Agence France – Presse

Pero la reina no solo aceptó a Meghan, sino que también hizo una excepción y la invitó a celebrar Navidad con su familia, algo que ni siquiera Kate Middleton había podido disfrutar.

La boda

La boda fue todo un desafío y marcó un “punto de inflexión para la monarquía”, según Nicholl, debido a sus elementos multiculturales. Y es que la pareja se encargó de hacer presente también las raíces de Meghan en la ceremonia, rompiendo varios protocolos.

“Un coro de gospel y un obispo afroamericano, la ceremonia fue un alejamiento de la tradición y capturó la imaginación del mundo”, escribió.

Además, fue la primera vez que un miembro de la familia real tiene una boda en una iglesia con una mujer divorciada, quien además llegó sin su padre al altar, aunque acompañada por su suegro.

AFP
AFP

Tras la boda la pareja comenzó a mostrar su personalidad y empezaron a modernizar a la familia real luciendo más cercanos a sus fans, más cariñosos entre ellos y también hablando más acerca de su vida juntos.

Sin embargo, también desataron el enojo del público cuando decidieron tomar una serie de decisiones como el costoso viaje en un jet privado de Meghan a su baby shower en Nueva York; su mudanza del Palacio de Kensington a Frogmore Cottage, con una millonaria renovación; y todas las determinaciones respecto a su embarazo.

De hecho, la pareja rompió casi todos los protocolos al decidir mantener el embarazo de la actriz en privado y ser atendida en un hospital diferente al St. Mary, donde nació William, Harry y los pequeños George, Charlotte y Louis, entre otros.

Nacimiento

Es costumbre que miembros senior de la familia real posen frente a las cámaras de televisión y fotógrafos cuando una madre y su recién nacido dejan el hospital. Ya lo hizo en la década de 1980 Lady Di y Catherine Middleton en la que acaba de terminar.

Pero no Markle, quien no solo no se mostró junto a su hijo frente a la opinión pública inmediatamente, sino que tomó varios días en aparecer junto al pequeño, liberando una cantidad determinada de fotos y no permitiendo que una masa de gráficos lo hiciera.

Además, el nombre de niño también llamó la atención: Archie Harrison. La familia real británica está llena de Henrys, Williams, Charles y Georges, pero ningún Archie Harrison.

Archie es la versión corta de Archibald, que significa genuino y valiente, pero finalmente optaron por la opción más corta ya que suena más casual, en un claro guiño al origen norteamericano de Meghan.

Harrison, en tanto, honra la memoria de su padre, puesto que si se divide queda en Harri – son, es decir “hijo de Harry”, en su traducción al español.

Demanda

Debido a lo mediático de su figura, la joven familia, aunque Meghan en particular, fueron objeto de una sedienta persecución por parte de los tabloides británicos.

Todos sin excepción publicaron vergonzosas notas acerca de su figura, su ropa, sus decisiones e incluso acerca de sus relaciones personales.

Por ejemplo, MailOnline alabó el hecho que Middleton pusiera las manos sobre su panza de embarazo, pero cuando la actriz apareció haciéndolo -como cualquier madre lo ha hecho- la redacción no supo si era por orgullo o vanidad.

MailOnline
MailOnline

Express, en tanto, le criticó posar con las manos en los bolsillos (aunque la reina tiene fotos así), aseguró que el ramo de flores que usó para su matrimonio podría haber puesto en riesgo la vida de la princesa Charlotte y le criticó comer paltas ya que el fruto se asimila con sobre uso de agua y la escasez del mismo recurso.

Lo anterior son solo ejemplos de las decenas de portadas y publicaciones de prensa de espectáculo en los que se puso en tela de juicio a los Sussex, aunque una en particular rebalsó el vaso.

En octubre de 2019, la pareja demandó al diario The Mail on Sunday por haber publicado en febrero de ese mismo una carta privada que ella le envió a Thomas, su padre.

Pero fue la forma en la cual el matutino desplegó el escrito lo que causó la molestia que finalmente terminó en una acción legal, ya que acusaron que los extractos usados habrían sido ocupados para confundir a los lectores.

Harry salió a defender a su esposa y explicó que había visto su sufrimiento en privado por “mucho tiempo” y que el trato en su contra le recordaba el infierno que vivió a manos de la misma prensa su madre, previo a su muerte, por lo cual admitió temer que algo similar volviera a ocurrir.

Aunque el reclamo de Markle ante la justicia británica fue desechado por el tribunal supremo este 1 de mayo, la resolución de la artista logró llevar ante el máximo tribunal a la editorial Associated Newspapers, dueña del Mail.

“Gracias por preguntar”

Para la Navidad de 2019, los Sussex ya estaban en Canadá, donde decidieron pasar las fiestas y no en el Reino Unido con el resto de la familia real.

Había sido un año complicado, tanto en el plano público como en el privado: la maternidad -como muchas parejas jóvenes lo saben- es difícil para cualquier persona y no todos reaccionan de la misma forma, especialmente las madres que aparte del parto deben amamantar y en muchas ocasiones lidiar con depresión.

La forma en la cual Markle fue tratada por la prensa, la actitud del pueblo británico hacia su persona y la soledad que representa ser parte de la realeza llevaron a la duquesa a admitir en televisión que no lo estaba pasando bien.

En octubre de 2019, ambos viajaron a Australia y allí concedieron una entrevista al canal ITV. El periodista a cargo del segmento le consultó a Markle cómo estaba y esta respondió “gracias por preguntar, no mucha gente lo hace”.

Lo anterior causó revuelo, ya que no es normal que miembros de la familia real hablen abiertamente acerca de su salud mental o de sus emociones, en clara concordancia con la discreción con la cual los británicos se describen a si mismos.

Hacerlo, y no tan abiertamente como lo hizo Markle, le costó caro a Fergie, la ex esposa del controvertido príncipe Andrés; como también a Diana, quienes finalmente fueron tildadas de mentalmente inestables y separadas de los círculos reales.

La misma Fergie es foco de burlas en la serie The Windsors, de Channel 4, donde es interpretada como una mujer de edad, pero inmadura, que no sabe manejar su dinero, que vive casi en la pobreza, que necesita humillarse para que recuerden que existe, a la que prácticamente nadie quiere, solo sus hijas (y a veces).

Terremoto real

Durante su corto tiempo como novia del príncipe y como esposa del mismo, Markle y Harry revolucionaron la faceta pública de la familia real.

Ella no solo pedía que la llamaran por su nombre en compromisos oficiales, sino que visitó fundaciones de causas polémicas para la clase alta británica, como una que apoyaba a trabajadoras sexuales.

Junto con ello, potenciaron su perfil de Instagram como ningún otro miembro de la familia real contratando fotógrafos y un equipo con portavoces.

Si bien es cierto que aquello es algo común en la Casa de Windsor, Harry y Meghan impusieron una marca personal en redes sociales al alcanzar un millón de seguidores en menos de seis horas. Los mismos Récords Guinness salieron a confirmarlo.

Al cierre de esta edición, el mismo perfil tiene 11,2 millones de seguidores, aunque ya no lo usan.

Como resultado de todos los agrios momentos descritos anteriormente, la familia real británica jamás olvidará la tarde del 8 de enero de 2020, el día que la pareja comunicó al mundo que había decidido dejar la firma en su calidad de “miembros senior”.

No es una exageración afirmar que aquello fue un terremoto que sacudió los cimientos de la monarquía y que terminó con la salida de ambos del clan, medida que durará 12 meses y que será revisada a principios de 2021.

De recibir una buena evaluación, aquello significará que el Reino Unido perderá por siempre al príncipe Harry como miembro de la familia real, lo mismo que se extenderá a su esposa e hijo, algo impensado tomando en cuenta los siglos de historia que se acumulan en ese país.

Vida tras la corona

El “Megxit” le asentó bien a la pareja. Si bien no los conocemos personalmente, al menos a Harry se le nota en la cara que está contento.

En un discurso publicado en Twitter para marcar lo que habría sido el inicio de los Invictus Games 2020 de La Haya, el ex militar apareció con semblante que captó la atención de sus seguidores.

En la misma red social, fueron varios los usuarios que compararon su cara en el video con los últimos días y eventos oficiales junto a su familia… con fotos incluidas.

Luego se supo que decidieron irse a vivir a Los Ángeles, una ciudad cosmopolita, de clima soleado, calurosa, llena de gente famosa y claro, la cuna del entretenimiento mundial, muy lejos del frío y lluvia de Londres.

El cambio rompió completamente con el protocolo real: ni siquiera los divorcios anteriores han buscado en otro país un nuevo hogar.

No obstante, calza a la perfección con la personalidad de Harry, quien por años tuvo fama de “carretero”, vividor, amante de las mujeres y el alma de la fiesta.

¿Qué le depara a la pareja? Nadie sabe. Han mantenido un perfil bajo desde su llegada a Los Ángeles, aunque ya se les vio repartiendo comida apoyando a una ONG.

De momento solo se conoce que tiene planeado abrir una fundación llamada Archewell, con la cual pretenden crear grupos de apoyo emocional, un “imperio” educacional en diferentes plataformas e incluso lanzar un sitio web para su emprendimiento, el que vendría a reemplazar a Sussex Royal.