En Cadena Nacional, el presidente de Argentina, Javier Milei, anunciará este lunes el superávit fiscal del primer trimestre. La otra cara: licuación de los salarios e ingresos y una consecuente y profunda caída de la actividad económica.

El gobierno de Javier Milei en Argentina cumple 134 días. Y aunque no es un número “redondo”, no será uno más, ya que, este lunes, protagonizará una Cadena Nacional en el que respaldará el curso económico de su gestión y anunciará el superávit fiscal alcanzado en el primer trimestre del año.

En los primeros tres meses del 2024, el resultado financiero positivo fue del 0,5% del PBI, que se complementó con un saldo comercial favorable, generando lo que se conoce como “superávits gemelos”, tanto fiscal como comercial; algo que no se registraba desde la presidencia de Néstor Kirchner.

En simultáneo, las reservas del Banco Central aumentaron en U$S6.500 millones. De esta manera, el Gobierno Nacional cumplió con las metas pactadas con el Fondo Monetario Internacional y va en camino hacia el superávit primario equivalente al 2% del PBI acordado con el organismo.

Sin embargo, hay otra cara detrás del superávit.

Fuera del superávit: Cómo la “motosierra” impactó el bolsillo de los argentinos

Para obtener ese resultado financiero, Milei llevó adelante un ortodoxo plan que, entre otros puntos, incluyó la “motosierra” en el gasto público, principalmente en las trasferencias a las provincias y la inversión en obra pública, educación y cultura, la “licuadora” de la base monetaria.

Es decir la cantidad de pesos en circulación, conformada nada menos que por salarios, jubilaciones e ingresos familiares, y una profunda desregulación económica.

Archivo | Luciano González | EFE

Una decisión política que está provocando una brutal recesión, buscada por el Gobierno Nacional para intentar controlar la inflación, que se viene vislumbrando hace ya varios meses.

Así lo indican varios indicadores económicos, entre ellos el significativo ajuste del poder adquisitivo, la caída en el nivel de consumo y las dificultades que enfrenta tanto la actividad industrial como la de servicios, entre otros aspectos.

Ingresos

El último dato de la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE) es alarmante. En febrero, la baja cuatrimestral llegó al 23,9% y, de esta manera, los salarios formales tuvieron su caída histórica más profunda, superando incluso a la registrada en la crisis del 2001.

El salario promedio en el segundo mes del año fue de $619.007,05 pesos argentinos, un valor que, al igual que en enero, se ubicó por debajo de la Canasta Básica Total, que mide la línea de pobreza.

Cabe remarcar que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) informó que una pareja con dos hijos pequeños requirió $690.901,57 para satisfacer sus necesidades esenciales, sin incluir el alquiler.

Es relevante destacar que este valor no representa la suma total de lo percibido por el conjunto de los trabajadores, sino que es un promedio entre ellos, que puede variar tanto al alza como a la baja.

El ingreso promedio per cápita del total de la población, de hecho, es de $156.309, mientras que la mediana de ingreso es de $114.000, según los últimos datos divulgados por el INDEC, correspondiente al cierre del 2023.

Jubilados y pensionados

Los jubilados y pensionados no pudieron escapar de esta realidad que golpea los bolsillos de los argentinos.

Según advirtió un informe del Centro de Economía Política (CEPA), los haberes están, en términos reales, 32,5% por debajo del 2023; esto, a pesar de los incrementos y refuerzos anunciados por la gestión de La Libertad Avanza.

Y en el escenario más optimista, según la entidad, los adultos mayores podrían esperar que la pérdida se estabilice en aproximadamente un 25% con los cambios en la fórmula que planea llevar adelante el Ejecutivo en los próximos meses.

Inflación

Todo esto toma lugar en medio de, aunque en desaceleración, una persistente presión inflacionaria, con números que reflejan una escalada constante de los precios; cifras que, desde antes incluso de la asunción de Milei (noviembre del 2023, aún con Alberto Fernández como presidente), están posicionadas en las dos cifras.

En el vigente gobierno libertario, las góndolas del país fueron lprueba de esto, y así sufrieron los bolsillos de los argentinos: el Índice de Precios al Consumidor de diciembre fue del 25,5%, el más alto en más de tres décadas, del 20,6% en enero, del 13,2% en febrero y del 11% en marzo.

Archivo | Juan Ignacio Roncoroni | EFE

Sin embargo, mientras que la suba de precios interanual fue del 287,9%, los valores de muchos bienes y servicios claves para la vida cotidiana superaron con creces dicha magnitud, entre los que se encuentran: electricidad y gas, con subas del 300%, alimentos, del 306%, combustibles, del 364%, medicamentos, del 379%, y el transporte público, que aumentó un 385% en los últimos 12 meses, por mencionar.

Este marco no provoca otra cosa que una suba en los niveles de pobreza, que según el Nowcast de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT) alcanzó a 24 millones de personas en el primer trimestre, nada menos que el 51,8% de la población del país; con una impresionante suba de a un millón de habitantes por mes durante dicho período.

Consumo

Y este contexto tan adverso está llevando a que las personas se ajusten, en algunos casos de una manera profunda, buscando priorizar consumos para satisfacer las necesidades básicas, lo que ha llevado a que los argentinos dejen de elegir productos o servicios que antes formaban parte de su día a día.

Lo que provoca, en consecuencia, una fuerte caída del consumo. Según el Índice de Ventas Minoristas (IVM) de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), la misma se desplomó en un 22,1% en lo que va de 2024, llegando a alcanzar, incluso, un mínimo histórico a nivel interanual en enero, con una contracción del 28,5%.

“Esto no es sostenible. La gente no tiene posibilidad de seguir reemplazando los consumos. Puede conseguir un producto más barato que otro, dejando las marcas, o bajar las cantidades, pero no puede directamente eliminarlos. No creo que esto se pueda seguir tolerando”, sostuvo el economista y docente universitario, Pablo Tigani, en diálogo con PERFIL.

Cabe remarcar que este es uno de los objetivos troncales del plan económico de Milei: controlar la demanda de bienes y servicios, es decir, en otras palabras, limitar el consumo. De hecho, el propio presidente aseguró que “estimular el consumo destruye el ahorro y por ende la inversión, el crecimiento y la productividad” lo cuál, en su opinión, “nos ha hecho mucho más pobres”.

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