El ministro de Economía boliviano aseguró que los opositores buscan emular al presidente argentino, Javier Milei, y que hablan de "despedir" al medio millón de funcionarios público que hay en el país.

El Gobierno de Bolivia apunta a reducir el déficit fiscal con una mayor producción y el consiguiente aumento de ingresos, y no “a la mala, como lo está haciendo Argentina”, sostuvo este martes el ministro de Economía y Finanzas Públicas, Marcelo Montenegro.

Montenegro se refirió al tema durante un encuentro con corresponsales de prensa internacional en el que aseguró que las diez medidas acordadas en la víspera entre el Ejecutivo y el sector empresarial privado ante la escasez de dólares en la economía boliviana apuntan a “generar ingresos y producción”.

“¿Cómo se baja el déficit fiscal? Hay dos maneras, a la mala como lo está haciendo Argentina, reduciendo el gasto pero a costa de una brutal recesión que está sufriendo ahorita la economía argentina”, dijo Montenegro en un encuentro con corresponsales de prensa internacional.

La otra manera es “aumentando los ingresos” y con una mayor producción, indicó.

“Cuando se genera más producción, se generan más oportunidades de recaudar más y ahí hay un espacio para reducir el déficit”, ratificó.

El ministro defendió que hay gastos estatales “que son inflexibles”, como los pagos de salarios a maestros y médicos del sector público que, según dijo, son el grueso del aparato estatal.

Según Montenegro, los opositores bolivianos que buscan emular al presidente argentino, Javier Milei, y que hablan de despedir al medio millón de funcionarios que hay en el país “lo que están diciendo en el fondo es que van a botar a los 210.000 maestros, a los 98.000 médicos, paramédicos, enfermeras”.

Agregó que si se echa a los funcionarios que trabajan en el órgano central del Estado, que son entre 8.000 a 10.000 personas, no rebajará “sustancialmente el gasto” e insistió en que hay que “generar ingresos”.

Combustibles y economía

Para Montenegro, se debe entender el contexto internacional que provocó “dos shocks” importantes en la economía boliviana, como la guerra entre Rusia y Ucrania que elevó los precios de varias materias primas y generó inflación, lo que derivó en un “incremento de tasas de interés” que incide en un mayor costo del servicio de la deuda externa.

También está la elevación del coste de los combustibles que es “un fenómeno global”, indicó.

Bolivia importa gasolina y diésel que luego se venden en el mercado interno a precios subvencionados, lo que genera un alto gasto al Estado y que, por ejemplo, en 2023 superó los 1.800 millones de dólares.

El Gobierno de Luis Arce ha asegurado varias veces que no levantará la subvención de los combustibles para evitar el “coste social” que esto supondría y más bien apuesta por el cambio de la matriz energética.

Montenegro recordó que una de las medidas acordadas con los empresarios es la promoción de la inversión privada en plantas de biodiésel, a la par de la realizada por el Estado, para sustituir estas importaciones, generar ingresos y ahorrar divisas.

Insistió en que también será importante que el Legislativo “desbloquee” la aprobación de créditos externos por más de 895 millones de dólares.

El ministro negó que el Gobierno haya dado un giro en su política económica y, por contra, aseguró que estas medidas apuntan a “defender” su “modelo económico social comunitario productivo”.

“En la medida en que se traigan dólares y se sustituyan importaciones se va a defender el bolsillo de la gente de ingresos bajos y medios (…) Más bien lo que hace es profundizar la sustitución de importaciones en un escenario de industrialización”, afirmó.

A su juicio, un cambio sería adoptar la “receta” del Fondo Monetario Internacional (FMI) de reducir el gasto público “y devaluar la moneda”, algo que el Gobierno de Arce no hará.