El Banco Central argentino inició el proceso de distribución del nuevo billete de mayor denominación, el de $2000, que entró en circulación este lunes, pero ya no vale lo mismo que cuando se anunció.

El Banco Central argentino inició el proceso de distribución del nuevo billete de mayor denominación, el de $2.000, que entró en circulación este lunes. No obstante, la alta tasa inflacionaria deja al nuevo billete que, todavía no vio luz completamente, ya atrasado.

En ese contexto, los analistas del mercado estiman que el billete de $2.000 ya perdió cerca del 20% de su poder adquisitivo desde el día de su anuncio al 23 de abril.

En su cuenta de Twitter, Salvador Vitelli, head of Research en Romano Group, señaló: “Vale decir que para hoy tener $2.000 del anuncio, debería haber sido de $2.500 el billete. Así de rápido se erosiona el valor de nuestra moneda”.

En esa misma línea se expresó la economista Natalia Motyl, quien declaró: “Desde que se anunció hasta ahora, el billete de más alta denominación debería valer $2.500 para mantener poder adquisitivo de febrero de este año”, en línea con Vitelli.

“El billete de $2.000 desde febrero acumula una perdida de poder adquisitivo, de un 26% (CER). En otras palabras para mantener el poder adquisitivo de los $2.000 de febrero, necesitas $2.527 ars”, señaló por su parte Nicolás Olive, del equipo de Research de Rudolph en diálogo con este medio.

¿De cuánto debería ser el billete de mayor denominación?

“Para mantener el poder de compra del billete de más alta denominación de $1.000 que fue puesto en circulación a finales de 2017, hoy debería valer $11.364. Si nos atenemos solo a las cuestiones técnicas debería seguir la evolución del dólar: si miramos el oficial hoy debería estar en $3.000 y si miramos el blue en $5.000”, explicó Motyl.

“El billete de mayor denominación depende de qué momento en la historia nos paremos, pero si nos basamos en el poder adquisitivo de los 90, teníamos que el café valía 1 peso, y era el billete más chico. Hoy el café está cerca de los $500”, comentó por su parte Olive.

Un billete de $50.000: el de mayor denominación

“Podemos decir que nuestro billete más chico debería ser de 500. Y para que haya amplitud en la moneda, generalmente los billetes tienen un diferencial de 100 veces desde el menor al mayor. De esa forma la lógica y lo razonable, nos indica que sean de 50.000 ARS el de mayor denominación”, advirtió Olive.

Y ejemplificó: En el caso de los USD es 1 a 100 USD.

“Más allá de que 1 dólar hoy no tiene el mismo poder adquisitivo de 1 dólar de los años 90 por la inflación en Estados Unidos que también pegó muy fuerte, en el caso de los dólares, desde el 2001, en EEUU hubo un 70% de inflación, 100 USD del 2001, son hoy 170 USD”, comentó Olive.

“Si queremos tomar esos 100 USD del 2001 de Estados Unidos como valor de mayor denominación, hoy estaríamos hablando de 78.400 ARS”, concluyó el analista financiero.

La raíz del problema

La inflación galopante y sostenida durante varios años generó una discusión acerca de la denominación de los billetes. La permanencia del billete de $1.000 como el de mayor denominación de la Línea Peso, generó dificultades y costos adicionales para bancos y empresas que manejan grandes cantidades de efectivo.

Por esta razón, en Argentina se hace necesario la emisión de billetes de mayor denominación para facilitar las transacciones en la economía y optimizar su operatividad, y porque cada vez es necesario más papel para acceder a la misma canasta de bienes y servicios.

Cabe destacar que la cuestión de fondo es el deterioro del valor real del peso y que desde su creación y entrada en circulación en diciembre de 2017, el billete de $1.000 ya perdió un 94,5% de su valor medido en dólares, de acuerdo un análisis hecho por Focus Market, de Damián di Pace que sostiene: “En diciembre de 2022 el poder adquisitivo del billete de $1.000 era una vigésima parte del que tenía en diciembre de 2017”.

El requerimiento de emitir billetes de mayor valor se hace evidente y la aprobación del nuevo billete de $2.000 lo reafirma, aunque el Gobierno de Argentina lo hubiese estado evitando para no reconocer el problema más crítico: la inflación.