Los teléfonos inteligentes han invadido todos los rincones de China sin distinción de edades ni niveles sociales: niños u octogenarios, muchachas al borde de la piscina o repartidores de comida viven con los ojos puestos en las pequeñas pantallas táctiles.

Ya en 2003 la película “Cell Phone” ironizaba sobre el auge de los celulares y las alteraciones que provocaba en las relaciones sociales y sentimentales.

Desde entonces, el país se convirtió en el primer mercado mundial de los smartphones y los modelos en boga son cada vez más perfeccionados.

China contaba a fines de 2015 con 1.300 millones de usuarios y un 30% de ellos (que representan un número superior al de la población total de Estados Unidos) están conectados a las redes 4G, según el ministerio de Industria y de Tecnologías de la Información.

Y casi todos los internautas del país -un 92,5% de la población- acceden a la red a través de un teléfono.

AFP
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La adicción se ha generalizado. En los autobuses, en las calles, en los restaurantes e incluso en las salas de espectáculos es difícil no verse rodeado de personas absorbidas por la contemplación de sus artilugios tecnológicos.

Lo primero que hacen los oficinistas, al salir a almorzar, es consultar sus mensajes y se ignoran olímpicamente durante ese rato que otrora era de sociabilidad. Cuando entran en un restaurante o un bar, los clientes pekineses buscan el código wifi antes de consultar el menú.

Los videojuegos en red y las aplicaciones de compras en línea figuran entre las actividades más adictivas, pero nada se compara al éxito colosal de la mensajería instantánea WeChat, con 760 millones de usuarios.

Chu Ling, un empresario de 49 años, recuerda que tuvo su primer celular en 1989, un armatoste de Motorola, de manipulación poco práctica. Pero las tecnologías evolucionaron y revolucionaron los usos y Chu comunica ahora principalmente con sus colegas y clientes a través de WeChat, una aplicación que apenas usaba hace un año, según cuenta a la AFP.

Aplicaciones 100% chinas

WeChat tiene similitudes con Facebook y funcionalidades típicamente locales. Los usuarios pueden enviar a sus abuelas o amigos los tradicionales regalos de dinero en “sobres rojos” electrónicos, obtener en un clic un pedicuro a domicilio o pagar sus compras en el supermercado.

Las autoridades del país comunista siguen manteniendo pese a todo un férreo control y una estricta censura sobre la red y bloquean la conexión a Facebook, Instagram y Twitter y al motor de búsqueda de Google.

Los usuarios pasan así la mayor parte del tiempo usando aplicaciones estrictamente chinas, muchas de las cuales son imitaciones de exitosas aplicaciones occidentales.

El mercado chino creció a pasos agigantados gracias al rápido despegue de la clase media y se volvió crucial para los grandes grupos de telecomunicaciones y de electrónica.

Las ganancias netas del estadounidense Apple sufrieron un desplome de 27% en el segundo trimestre, a causa principalmente de la desaceleración de sus ventas en la región china – que incluye China, Hong Kong y Taiwán- donde sus ingresos retrocedieron un 33%.

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Tanto Apple como su competidor surcoreano Samsung se vieron afectados además por el afianzamiento de fabricantes chinos de smartphones como Oppo, Huawei y Xiaomi.

Chu Ling cambia de aparato dos veces por año. El último, comprado en marzo, es un rutilante Samsung, pero “las cosas evolucionan rápido” y el próximo podría ser un modelo chino, afirma.

“En Occidente pasaron de la computadora personal, al ordenador portátil antes de llegar a los smartphones. Pero aquí nos gusta saltar etapas”, afirma con una sonrisa.