En más de 100 años desde que comenzaron los Premios Nobel, sólo cinco mujeres han recibido el galardón de física, una brecha abismal en comparación a los 219 hombres que lo poseen. Científicas chilenas entregan sus impresiones al respecto y pronostican un aumento de la presencia femenina para los próximos años.

Históricamente, el Premio Nobel de Física es el que ha dado menos reconocimientos a mujeres desde que los Nobel se comenzaron a otorgar en 1901. Desde entonces, se han entregado 224 y sólo 5 corresponden a mujeres.

La primera fue Marie Curie, en 1903, que fue reconocida —junto a su esposo— con un Nobel de Física por sus contribuciones en el campo de la radioactividad, donde fue pionera. Después de ella, apenas 4 mujeres han vuelto a recibir el premio en más de 100 años.

A Curie le siguieron María Goeppert Mayer en 1963, reconocida por sus aportes en la teoría del núcleo atómico. Después de ella, tuvieron que pasar más de 50 años para que en 2018 se premiara a Donna Strickland, por su trabajo sobre amplificación de pulso gorjeado.

Después de Goeppert y Strickland, el Nobel de Física cayó en manos de una mujer nuevamente en 2020, cuando Andrea Ghez fue reconocida por sus descubrimientos en torno a los agujeros negros y su relación con la Teoría de la Relatividad; mientras que en 2023 Anne L’Huillier se convirtió en la quinta ganadora, por sus estudios sobre la dinámica de electrones basados en attosegundos.

¿Por qué tan pocas mujeres tienen el Nobel de Física?

Se puede decir que la brecha de género en el Nobel de Física es abismal y todavía queda mucho camino por avanzar en cuanto a la inclusión de la presencia femenina en este galardón. Ya sea porque los porcentajes de mujeres en ciencias todavía son menores en comparación a los hombres o por otros motivos que hoy se debaten.

En BiobioChile, consultamos a algunas científicas chilenas sobre este tema y todas han coincidido en aspectos como la invisibilización, el sexismo y el bajo flujo de mujeres en el área.

María Teresa Ruiz, académica del Departamento de Astronomía de la Universidad de Chile y Premio Nacional de Ciencias Exactas 1999 lamenta esta situación, pero se muestra optimista al respecto.

“Es triste darse cuenta de que de más de 200 premios Nobel de Física, sólo 5 han sido otorgados a mujeres. Ahora, lo positivo de lo que ha ocurrido y que me deja muy contenta es que el número ha ido en aumento. La mayor parte de esos premios se han dado en los últimos años, lo que uno podría pensar que a futuro eso va a ser aún mejor”, señala.

Por su parte, Bernardita Ried, estudiante del Doctorado en Física mención astrofísica de la Universidad de Stanford (Estados Unidos) y divulgadora del Departamento de Astronomía de la Universidad de Chile, también mencionó tener sentimientos encontrados.

“Hoy obviamente se celebra que otra mujer se agregue a la lista, pero a la vez es triste porque esto es simplemente una manifestación de cómo históricamente las mujeres han sido segregadas en espacios científicos”, agrega.

Mientras que Carla Hermann, académica del Departamento de Física de la Universidad de Chile e investigadora del Instituto Milenio de Óptica (MIRO), reconoce las falencias, pero prefiere no pensar negativamente.

“Pienso que se debe a las brechas de género en ciencias duras. (…) Personalmente trato de no sentir emociones negativas al respecto, sino que visualizar a estas grandes mujeres como roles a seguir, inspiradoras, entendiendo que sí se puede llegar así de lejos”, puntualiza.

“Las mujeres no eran aceptadas en estos espacios”

Asimismo, Ruiz, Ried y Hermann están de acuerdo en que el pasado de las mujeres en la física ha traído efectos hasta hoy. “Esto sucede porque antes simplemente las mujeres no eran aceptadas en estos espacios, eran discriminadas, eran tratadas mal, no eran aceptadas en puestos de trabajo, o si eran aceptadas era porque los maridos también estaban ahí trabajando“, señala Bernardita Ried, la más joven del grupo.

“100%. Ese es el gran problema de fondo, que hay pocas mujeres en esta disciplina, y que las pocas que hay a veces enfrentan otras dificultades a lo largo de sus carreras que le impiden crecer al mismo ritmo que un colega varón“, añade Hermann.

Ried incluso apunta a algunos casos del pasado en los que algunas mujeres fueron derechamente discriminadas. “Simplemente, han sido invisibilizadas y descaradamente casi que humilladas“, asegura.

Uno de los casos que comenta la astrónoma es por ejemplo el de Jocelyn Bell, una astrofísica que descubrió los púlsares (estrellas de neutrones) y que no fue reconocida en el Nobel de Física de 1974, cuando sí lo fueron sus compañeros de investigación.

“Ella durante su doctorado descubrió los púlsares y ella publicó todo esto y a pesar de todo no le dieron el premio Nobel y se lo dieron a su profesor guía y a unos colegas, pero siendo que ella lo descubrió. Ella armó el instrumento, ella hizo todo. Y ese es un ejemplo”, explica.

En la misma línea, apunta que “hay un montón de casos en que simplemente esta brecha técnica demuestra que históricamente a estas mujeres no se les quiso visibilizar por un tema de sexismo”.

“Pero eso también nuevamente ha ido en aumento y hoy vemos que hay muchas más mujeres estudiando Física, muchas de ellas todavía bien jóvenes que están comenzando sus carreras, por lo que estoy segura de que el impacto que ellas van a tener a futuro en cuanto a ganar premios y hacer grandes descubrimientos va a ser mayor. Así que, por lo menos en mi caso, estoy súper optimista respecto a eso”, advierte María Teresa Ruiz.

¿Qué se puede hacer para mejorar la brecha?

Reconocer la problemática de la brecha de género en las ciencias sería uno de los factores más importantes para reducirla, sobre todo porque actualmente aún se debate: “Lo primero es estar consciente de que esta es una realidad existente, que no es algo de ahora, no es una “sensación”, no es una “moda”, sino que llevamos siglos de historia donde la mujer no ha podido desarrollarse en plenitud en disciplinas de esta índole”, plantea Carla Hermann.

“Entender esa historia, validarla, entender de donde viene, cuál ha sido la construcción social alrededor de esta, nos ayuda a cambiar formas de hacer ciencia y a establecer metas paritarias para alcanzar equidad y fomentar a más niñas y mujeres en ciencias. Para esto, pienso que la visualización de mujeres científicas y sus roles es fundamental”, agrega.

Ruiz, por su parte, apunta hacia las juventudes. “Una cosa que uno puede hacer es promover las carreras científicas entre las niñas. Despertarles el interés por la ciencia desde pequeñas y mostrarles que las mujeres pueden ser científicas, en este caso físicas, y hacerlo estupendamente y tener una vida perfectamente normal”, explica.

“Eso es algo que hasta hace poco no se veía. Se pensaba que para ser científico había que ser un varón y tener una vida dedicada a la ciencia que era incompatible con tener familia, etc. Yo creo que hoy día eso cada vez va quedando descartado y hay muchas más niñas y mujeres que se plantean la idea de ser científicas y que lo están haciendo estupendo”, afirma.

Finalmente, Bernardita Ried señala las políticas públicas. “Inclusión, programas, políticas públicas, divulgación y también el acercamiento de la ciencia a algo más cotidiano, para que no sea la excepción. (…) Hay unas diferencias brutales de cuántos científicos hay en los países europeos versus los países latinoamericanos y estamos al debe con eso y las políticas públicas nos ayudan para que nosotros podamos aumentar”.

Pese a ello, se mostró optimista con el aumento de los Nobel de Física para mujeres e incluso planteó la posibilidad de que, pronto, el galardón pueda llegar a Chile.

“Yo me esperaría que los próximos años tuviéramos un Premio Nobel de Física, ojalá en astronomía, producto de que tenemos los mejores laboratorios para hacer ciencia del mundo en nuestro país, que se estima el 60% de la implementación astronómica mundial. O sea, nosotros tenemos todas las chances de ganarnos un Premio Nobel“, concluye.