Científicos de las universidades Howard de Washington y Sorbonne de París anunciaron nuevas revelaciones respecto a un desconocido aspecto atávico de nuestra anatomía humana, y que evidencia cómo ciertos rasgos de la evolución aún están presentes en nuestro cuerpo.

“Cuando eras una gota del tamaño de una uña en el útero de tu madre, tus pequeñas manos de bebé tenían más cosas en común con las patas de los reptiles de lo que podrías imaginar”, advierte el estudio que se basó en técnicas especiales de inmunotinción, que se basan en la capacidad de los anticuerpos de unirse específicamente a sus correspondientes antígenos.

“Solía ​​ser que teníamos una mejor comprensión del desarrollo temprano de peces, ranas, gallinas y ratones que en nuestra propia especie, pero estas nuevas técnicas nos permiten ver el desarrollo humano con mucho mayor detalle”, explica el biólogo evolutivo de la Universidad de Howard, Rui Diogo, de acuerdo al portal ScienceAlert.

Una de las conclusiones de la investigación sugiere que las extremidades de nuestros ancestros mamíferos, que se creyeron desaparecidas hace 250 millones de años durante la evolución humana, nunca abandonaron por completo nuestro cuerpo.

imagen del estudio
Universidad de Howard

Lo anterior se reflejaría, por ejemplo, en las manos que desarrollamos durante la gestación, muy similares a las de los reptiles; un rasgo evolutivo que aún estaría presente en algunos adultos.

La metodología del estudio fue “escanear los tejidos de más de una docena de embriones y fetos jóvenes en 3D de alta resolución durante varias semanas”. Tras los análisis, el equipo encontró pequeños músculos en las manos y pies de un niño de 7 semanas que ya no eran visibles en la semana 13.

Durante el informe, los médicos repararon en que alrededor de un tercio de los músculos de las manos y pies del embrión desaparecían con el paso de los días o se fusionaron con sus músculos vecinos.

En otro ítem, el estudio también refuta la idea que las extremidades inferiores sean “copias” de nuestras extremidades superiores, luego que advirtieran que el desarrollo de los grupos musculares sugiere que las extremidades “se parecieron entre sí con el tiempo”.

“Esto refuerza la idea de que tanto las variaciones musculares como las patologías pueden estar relacionadas con el desarrollo embrionario retrasado o detenido, en este caso tal vez un retraso o disminución de la apoptosis muscular, y ayuda a explicar por qué estos músculos se encuentran ocasionalmente en personas adultas”, agregó Diogo.