Boeing llevó a cabo el lunes un test de separación de emergencia de la cápsula espacial Starliner, que se espera transporte astronautas estadounidenses a la Estación Espacial Internacional en un futuro próximo, aunque admitió problemas en uno de los tres paracaídas principales que no se abrió.

La prueba duró alrededor de 95 segundos y se desarrolló en la base militar de White Sands, en una zona desértica del estado de Nuevo México, en el suroeste de Estados Unidos.

La cápsula se fijó en una pequeña plataforma de despegue, luego se encendieron los cuatro motores de emergencia, simulando una emergencia en la que la cápsula, que irá fijada a la parte superior de un cohete, tendría que separarse de la nave para traer de vuelta a los astronautas a la Tierra.

Los cuatro motores de la Starliner lanzaron al cielo la cápsula a toda velocidad. Al cabo de 20 segundos, debían abrirse los paracaídas del aparato, pero solamente dos de ellos lo hicieron exitosamente.

La cápsula volvió a caer y disminuyó la velocidad, para que luego el aterrizaje en el desierto se concretara amortiguado por grandes bolsas de aire.

Boeing emitió más tarde un comunicado al respecto: “Es demasiado pronto para determinar por qué los tres paracaídas principales no se desplegaron, pero el despliegue exitoso de dos de tres es aceptable para los parámetros de prueba y la seguridad de la tripulación”, expresó.

Unas horas más tarde, Boeing emitió una nueva declaración confirmando “una anomalía durante el despliegue, no una falla de los paracaídas”.

La anomalía es el eufemismo de elección en la industria espacial para designar un incidente, incluso si se tratara de un accidente grave.

Inicialmente, a poco de concretada, Jessica Landa, portavoz de la sección espacial de Boeing, había calificado la prueba de “un éxito”.

El gerente de proyectos de la compañía estadounidense John Mulholland había dicho algo similar al asegurar que el equipamiento y la nave habían “proporcionado un rendimiento impecable”.

Boeing es una de las dos compañías, junto con SpaceX, escogidas por la NASA para construir naves que conectarán la Tierra y la Estación Espacial Internacional. Desde el final de los transbordadores espaciales de Estados Unidos en 2011, solo los rusos tienen la capacidad de hacerlo mediante el sistema Soyuz.

Boeing prevé un lanzamiento completo de la Starliner hacia la Estación Espacial Internacional el 17 de diciembre, tal y como hiciera en marzo SpaceX con su cápsula Crew Dragon.

Según la NASA, los primeros lanzamientos con humanos a bordo deberían llegar en 2020, pero este cronograma está condicionado al éxito de múltiples pruebas que aún se tienen que hacer. SpaceX, en concreto, aún no ha finalizado las pruebas de los paracaídas de su nave.

La compañía del magnate Elon Musk, que también es dueño de la fábrica de autos eléctricos y autopilotados Tesla, tuvo que revisar su diseño después de, nuevamente, afrontar problemas durante las pruebas.

“Esperamos que nunca tengamos que usar este sistema”, dijo el lunes el astronauta Mike Fincke, quien volará en el Starliner.