A estas alturas de la “pandemia coronavirulenta”, las noticias han comenzado a mostrarse vagamente alentadoras. Ya en Rusia, China y Europa comenzaron a hacerse pruebas de posibles vacunas sobre seres humanos, luego de haber alcanzado buenos resultados en animalitos de laboratorio.

Pero las cifras del momento siguen siendo negativas, sobre todo en Estados Unidos, donde, según las estadísticas al día de Google, se reportan 955.000 contagios comprobados, y 53.730 muertos, lo que da más de un 5% de mortalidad. Una cifra increíblemente mala, comparada con la de China, donde, según la misma estadística, los contagios llegaron 84.000, de los cuales sólo murieron 4.642. O sea, un 0,6%.

En la gran prensa de Estados Unidos, tanto los pro-demócratas como los pro-republicanos, concentran su retórica en acicatear miedo, desconfianza y resentimiento de la gente, enfocados en una intensa campaña publicitaria contra China.

Pero, a estas alturas, los temas de estrategia política mundial resultan menos importantes a nivel popular que los dos grandes temas del contagio pandémico: uno, el miedo a la muerte, y dos, el miedo a la miseria.

Analizando en la perspectiva de esos miedos, encontramos una realidad desalentadora. Un rumbo histórico que apunta hacia la guerra y hacia el quebrantamiento del derecho democrático.

Vamos viendo.