Reflejando la manía de sentirse perseguidos que se genera en personas con poder, que en algunos casos se convierte en obsesión, hay personeros de gobierno que atacan al Partido Socialista por negar -según ellos- la sal y el agua al presidente y su gabinete, en una nociva política de supuesta “obstrucción” a su gestión.

La razón de la ira radica en el rechazo del socialismo chileno a participar en las Comisiones Técnicas, que el actual gobierno constituyó invitando a personeros de oposición a integrarse en ellas, ahí anunció se forjarían “grandes acuerdos” que luego serían enviados al Parlamento para ser aprobados y despachados. Era una buena oferta para tentarse, pero no era lo correcto.

Queda claro de la misma formulación de la idea que su contenido esencial era hacer del Congreso Nacional un simple buzón de los supuestos “grandes acuerdos” emanados de dichas tratativas “técnicas”. Ese método se agotó. Hubo momentos posteriores al triunfo del No en el Plebiscito del 5 de Octubre de 1988, que la transición requirió negociaciones políticas directas con resultados parciales, pero que aportaron al proceso de restablecimiento de la autoridad civil y la gobernabilidad democrática.

A medida que se consolidó el régimen democrático fueron perdiendo valor los acuerdos políticos pre legislativos, de carácter reservado. Más aún, hacia ellos se generó desconfianza por extenderse más de lo indispensable.

Hubo momentos posteriores al triunfo del No en el Plebiscito del 5 de Octubre de 1988, que la transición requirió negociaciones políticas directas con resultados parciales, pero que aportaron al proceso de restablecimiento de la autoridad civil y la gobernabilidad democrática.
- Camilo Escalona

Diálogo y debate, con acuerdos en el Parlamento, entre las fuerzas políticas y el gobierno, y avanzar en transparencia, ha sido y es el camino correcto para fortalecer la gobernabilidad democrática. En las diversas etapas vividas, el PS ha defendido estos principios básicos, la debida transparencia e información ciudadana y la separación de poderes como es propio de la democracia, así se rescata el rol del Parlamento, ya que la deliberación política allí tiene un lugar, no único, pero esencial.

Por lo demás, el paquete de reformas constitucionales más importantes de los últimos 30 años, terminó su trámite el año 2005, y tuvo su epicentro en el Senado, y no en alguna entidad “técnica”. Pueden dar de fe de ello, los mismos A. Chadwick y J.M. Insulza, que fueron actores centrales de esa situación. Uno era ministro y el otro senador, sólo que al revés de cómo es hoy.

Por eso, el poder legislativo no puede ni debe ser declarado irrelevante como quiere la derecha que hoy gobierna, y aunque sus adherentes allí sean minoría, debe saber respetar su significación institucional. Si se elude el Parlamento, de forma flagrante, como ocurriría si las Comisiones Técnicas tomaran acuerdos previos y los enviaran solo para ser ratificados, ¿qué sentido tiene entonces el Congreso Nacional, y con qué institución se reemplazarían sus funciones?

Asimismo, se desnuda un celo tecnocrático ante los miembros de un Poder del Estado, electos por el ejercicio de la soberanía popular, que desagradan a parte de la élite de derecha, esa actitud no se debe pasar por alto y debiese obligar a los congresistas a mejorar su propia preparación y capacidad de responder ante la responsabilidad que han asumido. Muchos desde la tecno burocracia están deseando que fracasen.

Pablo Ovalle Isasmendi | Agencia UNO
Pablo Ovalle Isasmendi | Agencia UNO

Por eso, como se constata un debilitamiento del prestigio y autoridad del Parlamento, precisamente porque ha decaído su peso y función institucional, los “estrategas” del piñerismo con su política de by pass al Congreso agravan esa debilidad, de modo que el gobierno debe atender más allá de su interés inmediato y cesar el maltrato al Parlamento.

En democracia hay que saber gobernar y estar en la oposición, según corresponda. El olvido de la alternancia genera distorsiones catastróficas en la gobernabilidad democrática de los países. No se puede estar siempre con el control del poder del Estado. Hay que saber respetar la voluntad soberana de la nación, en particular, cuando se pierde una elección. 

En esta materia el Partido Socialista no ha cometido falta alguna. No ha amenazado con quitarle la sal y el agua a nadie. Es paradojal que esta afirmación haya surgido desde el mismo gobierno que, en lugar de asumir los deberes legislativos que le competen, busca presentarse como víctima de una conducta que no tiene partido político que la propugne.

En suma, lo mejor para el país es que sus fuerzas políticas asuman sus tareas y sus responsabilidades tal como son, unos en el gobierno, los otros en la oposición, y se coopere en temas de país, en esa condición. Si la autoridad desea que no haya contraparte del gobierno, que enjuicie y critique sus actos, si esa regla esencial de la democracia se quiere saltar, no es el camino.

Camilo Escalona Medina
Ex Presidente del Senado
Vicepresidente Partido Socialista de Chile