El silencio del mundo es una ficción escrita en primera persona. Es como una larga -y brillante- carta, o un diario de vida retrospectivo, un relato compuesto de una secuencia de recuerdos relatados de manera breve. El tema: un intenso e improbable amor. Entre el estallido social y la pandemia. Como una alegoría a un país ensimismado…

La historia

Una solitaria mujer, Elisa, vive encerrada en su departamento. Su vida son los libros, las traducciones, la rutina y los recuerdos. Una vida (auto)controlada.

“Un ser humano que se mira tanto hacia adentro, se torna impermeable.” (pp 79)

Hasta que llega el estallido social a remover a esta ermitaña, que vive cerca del epicentro de los enfrentamientos entre manifestantes y policías.

Diego, un joven estudiante universitario, vive con unos amigos en el mismo edificio que Elisa. Es muy activo en las protestas. Un día irrumpe la policía para allanar el departamento de Diego, quien, en su desesperación, se refugia en el departamento de Elisa.

Ya madura, Elisa había renunciado a las aventuras, a los trastornos a su rutina, a su tranquilidad. Pero el país, Diego y su entorno inmediato la remueven. Y empieza un viaje sin retorno.

“Pero no importaba porque estábamos en el estúpido milagro transitorio en que todo lo podíamos resolver con un beso.” (pp 70)

El silencio del mundo

La novela está escrita en primera persona. Es la mirada de Elisa. Una mirada culta, crítica, cuestionadora. Muy femenina (aunque eso deben decirlo, con más propiedad, mujeres). Donde los sentimientos, lo sensitivo, lo sutil, los detalles, son parte fundamental si no el centro de este viaje.

El silencio del mundo es el viaje por los sentimientos, las sensaciones, el cuerpo, las percepciones de Elisa. Es un removerse interior amenazante.

“No estaba dispuesta a exhibirte mis roturas, qué quieres.” (pp 63)

Porque, finalmente, El silencio del mundo es como una “movie road” (película de carretera), un viaje interno provocado por la irrupción avasalladora e inasible de Diego.

Pablo Azócar entrega un texto sólido, muy bien escrito. Un relato escrito en primera persona -por Elisa-, complejo por las luchas internas de la protagonista, sus cuestionamientos, sus miedos, sus dudas, su comodidad cuestionada.

Chile actual

El silencio del mundo, entre varias posibilidades, se puede leer como una metáfora al Chile actual, o reciente (parece tan lejano el estallido social y la pandemia). Elisa como un sector del país adormecido en la comodidad de la rutina. Como alguien que ha renunciado a las pasiones, a las luchas, a los estímulos para encerrarse en sí. Hasta que llega el estallido social que despertó, en la gran mayoría, deseos, esperanzas y/o miedos. Un periodo breve pero intenso, removedor. Un cambio ineludible, vertiginoso, hasta que llega la pandemia y buena parte de la vida se estanca, se congela.

“Casi todos los miedos son culturales: fobias y amenazas imprecisas que desde la infancia nos van inoculando los más grandes, gota a gota; miedos que generalmente son de ellos y no nuestros.” (pp 33)

El silencio del mundo es un libro rico en observaciones profundas, sutiles, de citas y relaciones pertinentes, enriquecedoras. En una historia bien hilvanada, con giros que atraen y cautivan, que relaciona con grandes personajes y con Eneas y Dido. Una historias, dos protagonistas que remiten -en mi caso, y a pesar de lo improbable- a personajes e historias conocidas.

El silencio del mundo es un libro para recomendar, atesorar y, posiblemente, para releer.

Portada
Editorial Planeta Chilena

El silencio del mundo

Pablo Azócar
Tusquets Editores
Editorial Planeta Chilena
Octubre de 2022, Santiago de Chile

(PS: Paradójico que en un libro tan bien escrito, se cometa un error tan absurdo en la portada).