César Hidalgo, un chileno en las fronteras tecnológicas, replantea lo que es la información y lo que ésta hace en su libro El triunfo de la información.

Por Rafael Guiloff

El joven científico chileno César Hidalgo, acaba de publicar en Chile la versión en español de su libro “El triunfo de la información”, publicado originalmente en inglés, en los EEUU, en 2015. Hidalgo es profesor e investigador del MIT (Massachussets Institute of Technology) Media Lab y se ha destacado por sus investigaciones y publicaciones relativas a las grandes acumulaciones de datos (“big data”) y las redes que ellos configuran.

En su libro, Hidalgo postula que el universo está hecho de energía, materia e información y que la información es lo que hace interesante el universo, sin la cual éste sería una “sopa amorfa”. La información es la que hace a nuestro planeta algo ”único, rico y desigual, desde los átomos a las economías”.

“El triunfo de la información” no es un texto fácil, a pesar de que el lenguaje en el cual está escrito dista de ser un lenguaje científico. Esto porque Hidalgo toma ideas de las más diversas vertientes, como la física, la teoría de la información, la sociología, la economía, la política, la filosofía, la complejidad y muchas otras y las va trenzando en sus conclusiones acerca de la relevancia de la información.

El autor señala que es la acumulación de la información y nuestra habilidad para procesarla lo que define la dirección del crecimiento, incluyendo en ello lo físico, lo biológico, lo social y lo económico. La vida es una causa y una expresión de la acumulación y procesamiento de la información. La especificidad de lo humano se halla en la enorme habilidad que hemos desarrollado para registrar, codificar y almacenar grandes volúmenes de información fuera de nuestros cuerpos.

Hidalgo introduce el concepto de “imaginación cristalizada” que significa la materialización en productos cada vez más complejos cuya génesis se halla en la imaginación humana. Así entonces hay naciones que exportan productos “ricos en imaginación” (por ejemplo, Iphones) y otros que exportan productos recolectados de la tierra o los árboles, pobres en imaginación (cobre y manzanas, como es el caso de Chile). De esta conceptualización, el autor nos lleva a considerar balances positivos y negativos de contenido de imaginación en los productos exportados. De acuerdo a ello, Chile tiene un claro balance negativo de imaginación considerando sus exportaciones a los países desarrollados y lo que importa de éstos. A mayor complejidad de los productos, más información hay encarnada en estos, de tal manera que la economía es el sistema colectivo mediante el cual los humanos hacemos crecer la información. Los productos y los instrumentos complejos desarrollados por la inventiva humana hacen que las capacidades de los individuos superen ampliamente el conocimiento individual de cada uno de ellos.

Cada persona encarna información no solo para comunicarse sino para aumentar las capacidades de él y los demás, haciendo disponibles, a través de los objetos, los usos materiales del conocimiento, de las capacidades prácticas y de la imaginación. Estas capacidades se amplían aún más cuando actuamos en grupos o equipos, logrando acciones que no pueden ser llevadas a cabo por individuos solos. Los grupos o redes de individuos albergan en su seno conocimientos y “know how”, los que no son fáciles de traspasar a otros grupos o redes pues el acumular conocimiento es difícil, ya que aprender es experiencial y social. Esto explica por qué, para fabricar baterías de celulares, es más fácil trasladar el litio desde el Desierto de Atacama a Corea, que trasladar el conocimiento de cómo fabricar baterías de litio que reside en los científicos e investigadores coreanos, a los mineros de Antofagasta y Calama. En última instancia, la naturaleza experiencial y social del aprendizaje no solamente pone fronteras al conocimiento y la habilidad que los individuos pueden lograr sino también, sesga la acumulación de conocimiento y habilidades hacia donde ya está presente, en los lugares donde residen los individuos que la tienen. Esto conduce a que la acumulación de conocimiento y de las habilidades esté geográficamente sesgada.

Hidalgo se extiende en analizar cómo se forman las redes económicas y productivas y como es necesario que, para producir cosas de alta complejidad y, a su vez, para que las economías alcancen elevados niveles de prosperidad, se requieren redes cada vez más extensas. En la extensión y calidad de estas redes, surge como elemento determinante la confianza, que es una forma esencial de capital social. La confianza es esencial para ampliar y hacer más complejas las redes. Por otra parte, la complejidad de una economía es altamente predictiva de su crecimiento económico futuro.

Por último, el autor afirma que las bacterias y las plantas, así como los humanos, técnicamente son computadores. Nuestras células están constantemente procesando información, de maneras que aún no entendemos bien. La materia tiene una propiedad computacional intrínseca y la gente es la última encarnación de las capacidades computacionales de ella pero los humanos tenemos una aptitud limitada para encarnar conocimiento y habilidad. Para compensar nuestras limitaciones individuales, debemos colaborar. Nuestra sociedad, a su vez, es un computador colectivo, cuya capacidad se ve aumentada por los objetos que producimos, materializando así nuevas formas de información.

Es notable como nuestro compatriota Hidalgo recorre desde lo más esencial, como son las partículas sub atómicas y los átomos, hasta lo más complejo de los productos elaborados por el hombre, vertebrando y enlazando todo en lo que da forma al mundo, como es la información y mostrando como ella se concentra en “islas” a través del universo, siendo una de ellas nuestro planeta Tierra. Conocemos muchos lugares en el universo que concentran más materia y energía que la Tierra pero no así lugares que concentren más información.

El triunfo de la información

César Hidalgo
Debate
Junio de 2017