Una joven con acceso rápido a mecanismos para relatar con sorna aspectos conflictivos de su vida personal y familiar, protagoniza esta comedia oscura con ruptura perfo-dramática que se entrega en una especie de stand up comedy no convencional.
Por Leopoldo Pulgar Ibarra
Entre los atractivos que tiene “Girls & Boys” está que el espectador vaya descubriendo que los rostros impenetrables (casi) no existen, porque esta narración hilarante, incluso, envuelta en cierto cinismo, tiene en esta propuesta un contrapunto en el cuerpo de la protagonista.
Tanto sus ojos risueños y juguetones como sus movimientos corporales, comandados por el instinto, permiten una dualidad expresiva al
entregar información que delata la existencia de dolores que se filtran, porque es imposible ocultarlos.
Esta obra unipersonal de Dennis Kelly (1970, Reino Unido), aplaudida luego de su estreno en el Royal Court Theatre (en 2018), con funciones también en Nueva York y otras ciudades del mundo, no fue escrita para stand up comedy: responde a la dirección de Alfredo Castro para un texto único y sin acotaciones de montaje.
Dennis Kelly, guionista de teatro, televisión y cine, premiado por su trabajo para la BBC (“Pulling”, “Matilda The Musical”), también es autor de una veintena de obras teatrales.
Mujer a solas
El perfil teatral del stand up ya se nota cuando la actriz Antonia Zegers alecciona al público respecto de apagar los celulares en conexión directa con el trabajo escénico.
También en la glamorosa cortina de rojo furioso a espaldas de la actriz, donde también se observa el micrófono y una mesa con botella y vaso, únicos elementos en el borde del escenario, hasta ese momento.
Se trata de un telón veneciano: aunque diferente en diseño al austríaco y romano, los tres telones se abren verticalmente, recogiendo la tela desde abajo hacia arriba, a través de un sistema de cables y anillas de guía cosidas (fruncido vertical).
Allí se advierte a una mujer de peluca rubia rabiosa con disposición económica capaz de buscar refugio en un viaje a Europa, sin saber si logrará sanar de sus decepciones con esa típica forma de despercudirse.
También la mujer solitaria luego de amores truncados, en la vida de pareja y frente a la posibilidad o no de tener hijos, por el peso que implica respecto de la (ir) responsabilidad de lanzarlos al mundo.

Muestra a la madre potencial o real, para el caso es lo mismo, porque la maternidad es una violencia no sólo al cuerpo, sino a la libertad personal por las restricciones que conllevan, y cómo los niños y niñas, hijos e hijas (la familia contemporánea) son parte del implacable frente de batalla de los adultos.
Prioritario: la relación amorosa en una mujer, el impacto de las frustraciones sentimentales, que inevitablemente alude a que todo lo que se ha hecho o dicho sobre la (in) dependencia afectiva -ser/vivir para uno- todavía tiene nudos no resueltos.
En paralelo (aparente/verdadero), ella relata sus experiencias sexuales, validando una potente independencia moral que, incluso, el dramaturgo la expone en sus aristas más truculentas, como cuando está “en cuatro”, dice ella, y el vómito que vivencia durante la relación sexual (casi) le toca la cara, reflejando algo más que un vaciamiento biológico.
A la vista y oculto
Tanto el texto original, como en la traducción y en escena es rico en garabatos, modismos, conductas y alusiones al tema sexual no como un agravio, sino como recursos que se acoplan a la densidad y gravedad del sufrimiento traumático de fondo.
En este sentido, el autor es duro e, incluso, cruel para insertar a la mujer en las peripecias que le hace vivir, aunque cumple esa antigua y siempre discutible afirmación respecto de que los dramaturgos son quienes mejor han profundizado en la sicología femenina.
Todo este universo que constituye y proyecta el lenguaje expreso y sugerido de la obra, en la traducción al español, según se informó, es “equivalente” al inglés original (no literal, obviamente).
Y es, justamente, lo más valioso de esta propuesta: el uso de la palabra hablada como recurso generador de universos múltiples que viajan y se entrecruzan sin direcciones previsibles, rasgo propio del buen teatro inglés.
Porque el juego escénico en “Girls & Boys” le permite al público en esta ocasión ir descubriendo también lo que no está explícito, incluso, lo que esconden las palabras, las bravatas de una mujer (o de un hombre) y la fragilidad interna.
Pero también equivale a una mirada dura a la sociedad y a la familia como columna vertebral (y a los niños en el mundo adulto), en medio de los poderes y prejuicios evidentes o invisibles que las gobiernan, en diálogos corrosivos que estremecen.
Con una ruptura final que conviene que el espectador vea y sienta en directo, por su carácter instantáneo, único, intransferible y, para muchos, lleno de humor demoledor.

Girls & Boys
Autor: Dennis Kelly (Reino Unido)
Traducción: Andrés Kalawski y Milena Gass
Dirección: Alfredo Castro
Elenco: Antonia Zegers
Diseño: Rodrigo Ruiz
Música: Miguel Miranda
Asistente de dirección: Víctor Valenzuela
Producción ejecutiva: Marcos Alvo Kalderon
Coproducción Teatro UC y The Cow Company
Teatro UC.
Miércoles a sábado, 20.30 horas.
Entrada general $ 10.500; súper jueves $ 7.500; miércoles popular $ 5.500.
Ticketplus.cl.
Hasta 3 diciembre 2022.
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