“No es claro si Vicente Huidobro y Ezra Pound se dieron alguna vez la mano, aunque todo indica que se hicieron señas”, (página 18).

Por Marcel Socías Montofré

Tampoco está claro si hay relación -al menos en Teoría de los Campos Morfogenéticos- entre la obra de Andrés Ajens (Editorial Mandrágora, 2022) con ciertos territorios previos, como por ejemplo ese libro más que libro de Julio Cortázar – “Territorios”- junto a “La Vuelta al día en ochenta mundos” y “Último Round”.

Libros que son más que libros.

Objetos precisos de desentrañar. Incluso a nivel del lenguaje. Precisamente por eso son objeto de atención: esa búsqueda y propósito de generar la interacción con el lector.

Hasta es posible meter los dedos en el enchufe.

Respirar profundo, encender un incienso y seguir leyendo “La guaCa húmera”.

En palabra aymara y quechua. También en buen castizo. “La guaCa húmera” como un libro para jugar. Lúdico. Como todo en la poesía. Genial como un Haiku. No interfiere la realidad. Más bien la recrea. Como Vicente Huidobro de “Adán”.

Así también con ese Edén de “La guaCa húmera”, un libro situado en la tierra de nadie. Para entonces empezar a crear y recrear. Un excelente viaje experimental.

Como provocar el interés por la lectura de un territorio extraño y hasta perfectamente encendido, eléctrico y ecléctico, perfectamente anexado a la cultura digital, un libro-collage, a ratos incomprensible, sin pecado concebido por la ortografía ni mucho menos por la sintaxis, pero que termina acompañando -con la genial creatividad del diseño- de un sabor a entretención.

Por ejemplo, en la página 56:

“La parodia, en sentido tradicional o predominante (el que encontramos en diccionarios)”.

Sueña extraño. Pero decodificable. Especialmente si en la misma página 56 el mismo verso lo explica:

“De sí a sí -sino
En mora morosa
De don y desprenda
Es que avant de lettre.

Tampoco es para tomárselo tan en serio. En la misma página 57 se advierte “en coloquio, Dictadura, Metafísica y Revuelta”, Academia de Santiago (R.M.)”

Del libro my su estética

De lo que sí se trata es de una belleza de libro. Escrito con profunda vocación, exagerado a ratos, pero plausible y aplaudible por el trabajo de edición y también del diseño.

De la preciosa confección de las páginas.

Interior
Editorial Mandrágora

De lo críptico y a la vez evidente en el texto. Por ese cierto y agradable aroma a Rodrigo Lira y canto a Shakespeare, Cervantes y Saavedra, todos unidos en un propósito graznido del lenguaje –cualquiera sea- al mejor estilo del “Pajarístico” de Juan Luis Martínez en la textura de las páginas.

Como en la página 19:

“…la Retórica), saluda lo imposible en
poesía con tal que huela imposible”.

Un libro para leer también por el gusto del autor por Borges y Adolfo Bioy Casares. Un libro, tal vez, como “La invención de Morel”, un libro isla, insular, archipiélago, uniendo territorios dispersos, como poesía, ensayo, narrativa, fotografías, pinturas y hasta “La Guaca Extemporánea” en la página 34.

Un libro “a distancia notoria de Neruda, que en cuanto a Vallejo dice cosa y su contra, tal vuelta de carnero en llave dialéctica” (Página 15).

Un libro de “Cazuela”, “Quijote en Pausa”, “El Bosque Auricular”, “Inédito de Borges”, “Huidobro casi, casi Pound”.

Para enviar señales de una isla a otra. Armando cierta coherencia de archipiélago en la unidad lenguaje de sus poemas.

Un libro extraño. No se confíe del todo.

Un libro que “Ni vivo ni muerto, un virus como una letra, frase, flecha, llega (hoy) hasta aquí: Muta, – apenas entreabierta”.

¿Y de Yapa? También un libro con yapa:

“…había murmurado al andar, se le hizo claro: él comenzó a comprender” (Página 37).

La guaCa húmera
Editorial Mandrágora

La guaCa húmera

Poesía y collage literario
Andrés Ajens
Editorial Mandrágora
2022