Hace seis meses se vivió la tragedia del incendio del emblemático Centro Cultural Alameda. En forma inmediata surgieron cientos de voces solidarizando con el Centro al tiempo de condenar los hechos.

Junto a lo anterior muchas personas e instituciones han llamado a campañas para reconstruir el Centro Cultural Alameda. Me parece justo y necesario preservar ese espacio para la cultura, la creación, además de dar una señal clara que la violencia no debe vencer.

Sin embargo, que resurja el Centro Arte Alameda debiera ser una oportunidad para crear algo mejor, mucho mejor. Una oportunidad para abrir un debate, recibir nuevas ideas y sugerencias para mejorar el proyecto cultural y, así, elaborar y desarrollar un programa para llamar a un concurso de arquitectura para tener el mejor edificio posible.

Centro Arte Alameda (c)
Centro Arte Alameda (c)

No es una novedad que la arquitectura del Centro Arte Alameda era deficiente, con espacios poco versátiles, con mucho espacio subutilizado, con una segunda sala poco adecuada, un hall difícil de ocupar, etc, etc.

A lo anterior debemos agregar que, desde 1992 a la fecha, ha cambiado mucho el contexto. Por un lado el GAM no existía (era el “Diego Portales”, ocupado por las Fuerzas Armadas) y el barrio Lastarria tenía poca vida. Ahora se debe considerar la ampliación del GAM con la construcción de una sala con 1800 butacas y la nueva sala que tendrá la Universidad de Chile en Vicuña Mackenna 20. También ha cambiado de manera radical quiénes y cómo se exhibe cine hoy, con grandes cadenas y complejos de salas, insertos en grandes centros comerciales la mayoría de ellos, con nuevas tecnologías. Ligado a lo anterior, también ha cambiado para un alto porcentaje de los espectadores de cine lo que esperan o demandan como experiencia. Por último, el público que asiste al CCA como al sector es otro, o son otros.

Urge, entonces, iniciar un proceso que abra las mentes y los espíritus para poder crear un Centro Cultural Alameda que responda a las actuales y futuras necesidades. Un proceso amplio, democrático, inclusivo, acorde a los tiempos actuales, para tener un proyecto que convoque, que logre adherencia de amplios sectores.

Buenas ideas puede haber muchas (un complejo de multisalas sólo para cine chileno y latinoamericano, con o sin participación de la Cineteca Nacional de Chile; un centro destinado a la gran cantidad de compañías de danza, o destinado para que las otras regiones del país puedan tener espacio para mostrarse en Santiago, por dar algunos ejemplos), pero hoy se hace necesario poner el acento en los procesos, procesos que deben ser coherentes con el tipo de cultura que se quiere para el país.

Debiera abrirse un proceso en el que participen las instituciones culturales del barrio (para generar un proyecto colaborativo, complementario) y los públicos que asisten a ellas, los vecinos, creadores, para así generar un diagnóstico compartido que permita desarrollar un proyecto cultural que incluya programa y gestión, para recién en ese momento poder buscar financiamientos y llamar a un concurso de arquitectura.

En este contexto, se debería analizar temas como la propiedad del terreno, la figura legal institucional que se haga cargo del proyecto, su forma de funcionamiento y de renovación, aportes específicos y permanentes, sistemas de evaluación y de control, entre otros.

Para llevar a cabo lo anterior, en Chile hay personas capacitadas y con experiencia para acompañar los procesos, tanto en temas de participación y mediación, como en aspectos técnicos de gestión y construcción.