Alejandro Zambra vuelve con su característica prosa donde autor, narrador y protagonista se confunden, y escritor y escritura son centrales. Ahora junto al tema de la paternidad como un acto de voluntad y como reflejo, espejo.

Diversos periodos en la historia de Gonzalo entrelazados con otros de su “hijastro” Vicente y la irrupción momentánea de una periodista norteamericana sirven para abordar temas como la literatura, la poesía, el “mundo” de los poetas chilenos, las vocaciones y la paternidad.

Poeta chileno

Gonzalo Rojas es un colegial que vive en Maipú y “pololea” con Carla (novia), una atractiva joven que vive en Ñuñoa, lo que genera cierta tensión por las diferencias sociales. Él está decidido a ser poeta y, por deseo y rebeldía, decide estudiar literatura. Después de 9 años de haber terminado, Gonzalo y Carla se reencuentran en una discoteque gay, tienen un apasionado reencuentro sexual que termina en una relación de pareja. Esa relación, que durará seis años, llevan a Gonzalo a ocupar la figura de padre de Vicente, hijo de Carla. Gonzalo logra publicar un libro de poesía (lo que lo convertirá en “poeta chileno”), pero la relación se corta al ganarse éste una beca para estudiar en Nueva York.

Luego la narración se enfoca en Vicente, en edad de postular a la universidad. Pero él quiere ser poeta, y para ello está convencido que no se debe estudiar, o no antes de tener experiencia vital.

Junto a Vicente entra en escena Pru, una periodista norteamericana que ha tenido un doble desengaño amoroso, que llega a Chile para escribir un artículo para una revista.

Finalmente, de regreso a Chile, Gonzalo se reencuentra con Vicente, con un cierre notable de la novela, logrando redondear gran parte de los temas que se fueron abordando a lo largo del libro.

Alejandro Zambra

Fiel a su estilo, donde autor, narrador y protagonista confluyen, y abordando un tema recurrente como es el protagonista escritor o estudiante de literatura, Alejandro Zambra (Bonsai, 2006, Formas de volver a casa, 2011; Mis documentos, 2014) vuelve a entregar una novela donde ficción y autobiografía se entremezclan creando un relato vívido.

Alejandro Zambra inició su carrera literaria publicando dos libros de poesía, estuvo becado unos meses en Nueva York, vivió parte de su infancia en Maipú, ha sido profesor universitario y la tesis de su doctorado fue sobre Nicanor Parra, por mencionar algunos elementos en común entre él y su protagonista.

Temas

En “Poeta chileno”, Alejandro Zambra indaga, como elemento central, en lo que motiva, lo que mueve a una persona a escribir poesía (algo que él conoce en primera persona). Y aventura ideas sobre cuándo un texto es buena poesía.

Gonzalo, después Vicente y finalmente ambos, reflexionarán sobre qué es la poesía, qué valoran de ella, qué expresa. Y aparecerán silencios y declamaciones, textos que salen de golpe como necesidad vital y otros construidos desde el intelecto, todos frutos del tesón, de la perseverancia, del ego y de los sueños. Entre otros.

Para lo anterior no sólo se vale de Gonzalo y de Vicente. De manera estratégica, incorpora a Pru, una periodista norteamericana que llega a Chile y, por un error, debe cambiar el tema de su artículo y se aboca a retratar el mundo de la poesía local. Pru, una suerte de “tercera neutral” (si fuera una mediación) u observadora externa (que llega además de un “centro cultural” fundamental, como es Nueva York, y donde vivió unos meses becado el autor) le permite a Zambra hacer una radiografía aparentemente neutral al mundo de los”poetas chilenos”.

En la búsqueda que hace Pru, aparece un amplio espectro (o zoológico) de poetas y poetisas donde aparecen personajes con sus nombres reales (como Nicanor Parra o Armando Uribe) y otros ficticios, aunque, de acuerdo a los conocimientos de esos mundos, podemos ir relacionando a algunos de ellos con poetas reales, o con partes de ellos.

El recorrido de Pru como las andanzas de los protagonistas permiten a Zambra esbozar el “comidillo interno” del mundo literario local, a ratos precario, “provinciano” (en términos peyorativos), como esbozar la ciudad que ellos habitan, como es la librería Metales Pesados o la TAKK, el Tavelli del Drugstore (Providencia), La Terraza y la Fuente Alemana (Plaza Italia o Plaza Dignidad).

“Piensa en la fiesta de Eustaquio Álvarez y recuerda las palabras de Rita y siente que es verdad, que el mundo de los poetas chilenos es un poco estúpido pero de todos modos genuino, menos falso que la vida corriente de quienes aceptan las reglas y bajan la cabeza. Por supuesto que hay oportunismo y violencia, pero también verdadera pasión y heroísmo y fidelidad a los sueños. Piensa que los poetas chilenos son perros callejeros y que los perros callejeros son poetas chilenos…” (pp 332)

Otro tema que atraviesa el texto es la paternidad como una decisión, como un acto voluntario que va más allá de lo biológico. Una paternidad voluntaria en la medida que la madre o el orgullo lo permita que involucra relaciones de aprendizaje a través del juego, de la amistad, algo que parece más animal (como de cachorros) que a una relación adulto niño.

“… echaba de menos, en especial, la constante sensación de juego, la posibilidad de lanzarse a cantar o a contar chistes en cualquier minuto, la abrumadora alegría de ser importante para alguien.” (pp 364)

También esboza la relación de hijo-padre como una relación “hijastro”-“padrastro”, donde el vínculo parece mucho más ligado a un tema de decisión, de voluntad, de un reconocimiento en la memoria afectiva y el quehacer (apelando al cazador solitario -cazador poeta de sueños- que se reencuentra cada cierto tiempo con ese otro cazador, que es su padre o padrastro).

Tal vez los puntos débiles de “Poeta chileno” son, al abordar tantos temas sumado a los saltos temporales y las 421 páginas, un relato a ratos poco fluido, desequilibrado (en especial al tener algunos fragmentos notables). Además de la reiteración de un sexo que parece más deseo que realidad…

“Poeta chileno” es un libro que entretiene y hace pensar, que (a mi) emociona y que, como dice Zambra al final, dan ganas de seguir leyendo, pero…

“No voy a saberlo, no vamos a saberlo nunca, porque esto se termina aquí…” (pp 421)

Poeta chileno, Alejandro Zambra, Editorial Anagrama (c)
Poeta chileno, Alejandro Zambra, Editorial Anagrama (c)

Poeta chileno
Alejandro Zambra
Editorial Anagrama

Santiago de Chile, marzo de 2020