La Asamblea General de la ONU comenzó este lunes con el llamado del secretario general, Ban Ki-moon, a Europa a “hacer más” para ayudar a lo millones de refugiados que llegan a sus tierras procedentes de Medio Oriente y África.

En su 70ª edición, el foro de los líderes mundiales estará centrado en el conflicto en Siria, con los discursos de los presidentes Barack Obama y Vladimir Putin, quienes discutirán salidas a la crisis en una esperada reunión bilateral.

En su discurso de apertura, Ban afirmó que “el sufrimiento llega a nuevas alturas”, recordando que en el mundo hay “100 millones de personas que necesitan asistencia humanitaria inmediata” y “60 millones de personas que se han visto obligadas a dejar sus viviendas o países”.

“Insto a Europa a hacer más” en ese respecto, afirmó.

Ban sostuvo además que el mundo no debería “estar construyendo muros ni cercas”, sino ocupándose de las causas del fenómeno, como la guerra y las persecuciones religiosas.

Tras el inicio de la masiva llegada de refugiados a Europa, Hungría instaló una alambrada de 175 kilómetros a lo largo de su frontera con Serbia y ha comenzado a cerrar también los 41 kilómetros de su frontera verde -no bordeada por el río Drava- con Croacia.

En la apertura del pleno intervendrán además varios líderes de América Latina con realidades y necesidades diferentes: Dilma Rousseff, Raúl Castro (en su primera participación), Enrique Peña Nieto, Michelle Bachelet y Cristina Fernández, entre otros.

Pero el mundo estará atento a lo que hagan Obama y Putin, que hablarán con unos minutos de diferencia desde la tribuna del hemiciclo de la ONU y se verán las caras por la tarde en su primera reunión en más de dos años.

El futuro de Asad

Aislado por Occidente a raíz del conflicto de Ucrania, Putin se reinsertó de manera espectacular en el centro del escenario con Siria, arrasada por una guerra civil que lleva ya cuatro años y medio.

En momentos en que Rusia aumentaba sensiblemente su presencia militar en Siria, desplegando tropas y aviones en uno de los feudos del régimen del presidente Bashar Al Asad, Putin anunció que buscaba instalar con los países de la región una “plataforma común” para combatir a los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI).

Moscú anunció el lunes a través de su vicecanciller Mijail Bogdanov una reunión de un grupo sobre la cuestión siria en octubre con la participación de Estados Unidos, Arabia Saudita, Irán, Turquía, Egipto y la propia Rusia.

Sorprendida por esta ofensiva diplomática, la Casa Blanca afirma que sería “irresponsable” no intentar un diálogo con el jefe del Kremlin, reivindicando un enfoque pragmático.

Explotando la falta de decisión en Occidente sobre el futuro del régimen de Asad, Rusia insiste en que apoyarlo es el único modo de poner fin a una guerra que ha dejado más de 240.000 muertos.

Estados Unidos reclama la partida de Asad, pero ha flexibilizado su posición y el secretario de Estado John Kerry admitió que el calendario sobre su salida era negociable.

Lo cierto es que mientras tanto el Estado Islámico consolida sus posiciones y mantiene su poder de atracción: unos 30.000 yihadistas extranjeros viajaron a Siria e Irak desde 2011, según responsables de inteligencia estadounidense citados por el New York Times.