El Parlamento griego aprobó en la madrugada del domingo por mayoría el proyecto de referéndum propuesto por el primer ministro Alexis Tsipras para que los ciudadanos decidan el próximo 5 de julio si aceptan la última oferta de acuerdo hecha por los acreedores, la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional.
En total, 178 diputados de los 300 del Parlamento, votaron a favor y 120 en contra y dos ausencias, según el recuento definitivo de la asamblea.
Los diputados de la mayoría gubernamental de izquierda radical y sus aliados de la derecha soberanista Griegos Independientes (ANEL) votaron a favor del referéndum al igual que los diputados del partido neonazi Amanecer Dorado.
Los conservadores de Nueva Democracia y los socialistas del Pasok votaron en contra, al igual que los comunistas del KKE y el partido centrista Potami.
En el discurso que precedió a la votación, Tsipas aseguró que está persuadido de que “el pueblo dirá un gran no al ultimátum” de los acreedores en la consulta del próximo domingo.
Según el texto de la propuesta, los griegos podrán decir “sí” o “no” a las medidas propuestas por la UE y el FMI el pasado viernes al gobierno de Alexis Tsipras en una de las últimas rondas de negociación entre las dos partes que dura desde finales de febrero.
Pero a lo largo de la semana que falta hasta el día del referéndum, anunciado por sorpresa el viernes por la noche, el país, cuyas arcas están vacías, se expone al riesgo de varios reveses financieros. El martes 30 de junio, corre el riesgo de no poder reembolsar al FMI un préstamo de 1.500 millones de euros y el mismo día concluirá el plan de ayuda financiera del que se beneficia Atenas desde 2012.
Teniendo en cuenta que Grecia rompió las negociaciones en curso, los países de la eurozona rechazaron el sábado prolongar este plan hasta después del referéndum, como lo pedía el gobierno griego, con el riesgo de que en los próximos días, el BCE corte el último canal de financiación de los bancos griegos.
El mantenimiento de la “sombrilla” del plan de asistencia era una de las condiciones, con la solvencia de los bancos para la concesión de los préstamos de urgencia, denominados ELA.
Tras meses de negociaciones infructuosas, los acreedores, UE y FMI, entregaron esta semana a Atenas una propuesta que incluía una extensión del programa de ayuda durante cinco meses más, un paquete financiero de 15.500 millones de euros de préstamos (12.000 de Europa y 3.500 del FMI), a cambio de reformas y medidas de ahorro.
El gobierno griego consideró que el monto era inaceptable, ya que solo sirve para reembolsar a los acreedores los vencimientos de los próximos meses y no permite reactivar la economía del país.