Los diseñadores exponen estos días en las pasarelas sus creaciones de prêt-à-porter, pero la versión barata llegará de aquí a un mes a las tiendas gracias a los estilistas de las grandes cadenas que escrutan los modelos.
Para unos es pura inspiración pero para otros se trata de una copia. Y el fenómeno se ha generalizado tanto que resulta muy difícil frenarlo.
En plena Semana de la Moda de Milán y a punto de que el martes empiecen nueve días de desfiles en París, estos estilistas están al pie del cañón, pasando por la criba las imágenes disponibles en internet, en busca de los looks más prometedores.
Y hay modistas preparadas para “producir algo literalmente en 24 horas”, explicó a la AFP Jane Banyai, de la organización de creadores británicos Acid, encargada de luchar contra las copias.
En los años 1950, los ejemplares de la revista Paris Match contenían imágenes de los desfiles de moda pero tachadas con trazos negros gruesos para impedir la copia de los modelos. En aquel entonces, los desfiles eran acontecimientos reservados a algunos privilegiados.
En la actualidad las imágenes de las pasarelas dan la vuelta al mundo con los smartphones.
“Es extremadamente fácil reproducir las piezas. Una fotografía llega a Asia en unos segundos y puede pasar a la fase de fabricación en pocos minutos”, explica Jane Banyai.
Las revistas femeninas se han acostumbrado además a dedicar páginas enteras a comparar los modelos de unos creadores y sus versiones “para el público en general”.
‘Obligados a ceder’
Según Kal Raustiala, profesor de la universidad estadounidense Ucla, esta práctica está tan extendida que la mayoría de los diseñadores se sienten desarmados para hacerle frente.
“Las imitaciones están en todas partes. Se considera prácticamente que forman parte de la realidad de nuestro mundo”, dijo a la AFP este investigador. Raustiala se interesó por el tema después de que un amigo empleado en el mundo de la moda le contara que había ido a Londres para un “shopping comparativo”.
“Recorría Londres para observar las prendas, tomar fotos y traer cosas para copiarlas. Me sorprendió ver que era legal y algo corriente”, contó.
Michael Chan, un abogado especializado en el derecho de la propiedad intelectual, desaconseja incluso a sus clientes llevar ante la justicia los casos de copias de creaciones suyas.
“A no ser que haya realmente un motivo concreto, uno está obligado a dejar pasar”, dijo.
“Si usted hace un estampado de leopardo concreto y alguien hace uno apenas diferente, el ciclo es demasiado rápido para intentar algo” en contra, explica.
Pero a veces los diseñadores atacan. Yves Saint Laurent llevó a los tribunales a Ralph Lauren por falsificación de un vestido esmoquin, y ganó el juicio en 1994.
Más recientemente, en 2007, Topshop tuvo que destruir miles de vestidos amarillos tras haber sido denunciado por Chloé.
La cadena británica negó que se tratara de una copia pero aceptó pagar 12.000 libras (11,5 millones de pesos) en concepto de indemnización y de gastos judiciales para, según su jefe Philip Green, evitar una batalla interminable.
Jane Banyai estima que la copia causa más problemas a los jóvenes diseñadores que a las empresas con solera.
“Para los pequeños vender una gama puede ser cuestión de supervivencia. Los grandes, concentrados en sus otras tres colecciones, no parecen muy preocupados y pueden considerarlo un halago”, concluye.
A continuación revisa algunos ejemplos de estas copias.