Un estudio dirigido por la neuropsicóloga Ruth Feldman, de la Universidad Bar-Ilan en Israel, determinó que la actividad cerebral de las personas gays cambia cuando tienen hijos.
La investigación determinó que los homosexuales que adoptan niños tienen circuitos emocionales y cognitivos tan activos como los de las madres y padres biológicos.
En el informe publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, los científicos explicaron que el cerebro de una madre se vuelve hiper-reactivo a los llantos y otras señales emocionales de su retoño. Sin embargo, hasta ahora no existía claridad si ese patrón era resultado de los cambios hormonales del embarazo o una respuesta a la experiencia de la maternidad.
Para averiguarlo, Feldman y sus colegas grabaron nuevas madres y padres mientras interactuaban con sus hijos en casa. Luego, midieron su actividad cerebral con resonancia magnética, consignó el diario New York Daily News.
De las 20 mujeres estudiadas, todas mostraron mayor actividad en la región emocional del cerebro. “Se trata de regiones que responden inconscientemente a los signos de las necesidades de los bebés, y que derivan de una profunda recompensa emocional de ver al pequeño”, dijo Feldman.
En tanto, los 21 padres heterosexuales analizados mostraron mayor activación de los circuitos cognitivos que interpretan el llanto de un bebé y sus señales no verbales.
En el caso de los 48 padres gays que participaron del sondeo, “sus circuitos emocionales eran tan activos como los de las madres y los circuitos interpretativos mostraron la misma actividad extra como la de padres heterosexuales.”, indicaron los autores.
Lo más sorprendente fue que en los padres homosexuales el cerebro mostraba líneas de comunicación adicionales entre las zonas emocionales y cognitivas. En definitiva, era como si cumplieran ambos roles parentales, haciendo que el cerebro integrara las estructuras necesarias para cada uno.
“Los cerebros de los padres son muy plásticos. Cuando hay dos hombres, sus cerebros deben reclutar ambas redes, la crianza óptima emocional y cognitiva”, afirmó Feldman.