El papa Francisco concluyó este lunes en Jerusalén su delicado periplo de tres días por Tierra Santa con una misa privada en el Cenáculo, monumento sagrado que se disputan Israel y el Vaticano.
Por precaución fueron detenidos tres jóvenes judíos que se encontraban en una escuela religiosa poco antes de la llegada del papa hacia las 17H20 hora local (15H20 GMT), indicó a la AFP un portavoz de la policía.
El Cenáculo, en el que según la tradición católica Jesús celebró la Ultima Cena con sus discípulos antes de morir, es el lugar que alberga también la tumba del rey David, considerada sagrada por los judíos.
El papa celebró la misa con un reducido grupo de líderes religiosos en una pequeña sala del edificio que ha sido recientemente escenario de tensiones.
Todo el sector fue evacuado por órdenes de las autoridades para evitar protestas durante la visita papal.
Varios cientos de judíos ultraortodoxos se manifestaron hace una semana cerca del Cenáculo, en Jerusalén, para exigir que el monumento siga bajo la soberanía de Israel.
El delicado tema del Cenáculo, renovado a principios del siglo 14 por los franciscanos que fueron luego expulsados, forma parte de las actuales negociaciones entre Israel y la Santa Sede, que quiere recuperarlo.
El papa pronunció un discurso muy personal ante las órdenes religiosas presentes en Tierra Santa, entre ellos varios franciscanos y eclesiásticos que lo han acompañado en su viaje de tres días a Jordania, Belén y Jerusalén.
“La Iglesia debe ser una nueva familia”, dijo Francisco que invitó a los religiosos a la “fraternidad y la amistad”.