La receta para tener una buena salud es aprender a ser feliz, según un médico peruano que acaba de publicar una investigación en la que analiza cuánto influye la búsqueda de la felicidad como mecanismo para evitar enfermedades.

“El aprendizaje de la felicidad consistiría en dar herramientas para que cada uno construya su propia felicidad, pues no existe un solo camino para llegar a ser feliz”, dijo a la AFP Emilio La Rosa, cardiólogo peruano que emigró en 1978 a París donde dirige el Centre de Recherche et d’Etude Santé et Societé (CRESS).

Esas herramientas consisten en “una serie de prácticas preconizadas por la psicología positiva y la meditación budista” que permiten crear conciencia sobre la interrelación que existe entre salud y felicidad, sostiene La Rosa, de 67 años.

“Ambas se basan en el principio de la neuroplasticidad o capacidad de los sistemas neuronales de remodelarse”, una especie de “gimnasia de la felicidad”, explica el médico peruano.

“Hay que estudiar la felicidad hasta lograr convertirla en un patrón cultural”, acota La Rosa en un café limeño luego de presentar su último libro “De la felicidad a la salud”, que lanzó al mercado el sello mexicano Fondo de Cultura Económica.

La Rosa se interesó en la felicidad cómo tópico de salud desde hace unos 20 años cuando empezó a observar que las personas felices tienen mayor esperanza de vida y menor incidencia en enfermedades crónicas, como la hipertensión arterial, entre otras.

Además, comprobó que sus pacientes estresados enfermaban más y los problemas de salud de ellos nacían de un estado de infelicidad permanente agudizados por el estrés. De esa experiencia, La Rosa extrajo dos hipótesis: “Cuando estamos felices no hay estrés y se estimula el sistema inmunitario”.

Democracia y felicidad

Los gobiernos deben fomentar el aprendizaje de la felicidad en las escuelas para evitar la manipulación política que intenta mostrarse como único camino para alcanzar ese estado, señala el investigador.

“Hay que evitar que el Estado pueda establecer los parámetros de lo que es la felicidad, pues deriva en una manipulación política”.

“Cuando el tema se politiza, como ocurre en Venezuela donde se ha creado el viceministerio de la Felicidad, el riesgo es que los ciudadanos sean manipulados políticamente”, refirió La Rosa, nacido en Lima.

Según este científico, “una garantía para llegar a la felicidad es que se enseñe en la currícula escolar en los países donde existen regímenes democráticos”.

La Rosa está convencido de que “la democracia es consustancial a la felicidad”, y recuerda que uno de los puntos de partida de la infelicidad es la falta de fe, un escenario que prospera casi siempre en tiempos de crisis moral, económica, política y ecológica de las sociedades.

“La falta de fe lleva a buscar felicidad, pero hay que evitar que esa búsqueda se convierta en una nueva religión”, advierte el autor, para quien las religiones representan el mismo peligro de manipulación que los gobiernos autoritarios.