Un equipo internacional de investigadores ha logrado crear por primera vez falsos recuerdos en el cerebro de los ratones, aportando luz sobre el mecanismo neurológico de este misterioso fenómeno en los humanos.
Los científicos podrían así saber más sobre la memoria deformada de sucesos o experiencias vividas o la creación de falsos recuerdos, cuando la gente recuerda cosas que nunca ocurrieron en situaciones de estrés.
Una mejor comprensión de estos falsos recuerdos podría ayudar a lidiar con el estrés postraumático y reducir el número de testimonios de testigos que encarcelan a personas inocentes, afirman los expertos.
En numerosos procesos judiciales acusados que posteriormente son reconocidos como inocentes mediante pruebas de ADN fueron reconocidos como culpables, según testimonios de las víctimas.
Así, las tres cuartas partes de los 250 primeros acusados en Estados Unidos a los que se les realizó un análisis de ADN habían sido víctimas de testimonios visuales donde los hechos eran falsos, según los científicos.
Los últimos avances a la hora de estudiar los recuerdos manipulados en el laboratorio fueron publicados en la revista Science, por una colaboración de investigadores japoneses y el Massachusetts Institute of Technology (MIT) de Estados Unidos.
Los científicos afirman que pueden hacer que los ratones recuerden sucesos traumáticos que nunca ocurrieron.
Según el principal autor Susumu Tonegawa, del MIT, el método supone reconocer las células del cerebro que cambiaron físicamente y químicamente durante la formación del recuerdo, lo que se conoce como engrama.
“El mecanismo neuronal del cerebro para recuperar esos recuerdos es el mismo, sin importar si los recuerdos son falsos o genuinos”, explica Tonegawa, galardonado con el Nobel en 1987 y director del RIKEN-MIT Center for Neural Circuit Genetics.
“Nuestros experimentos proporcionan el primer modelo animal en que la formación de recuerdos falsos y genuinos pueden ser investigados al nivel del engrama, las trazas dejadas en el cerebro por todo los sucesos pasados”, explica.
Tonegawa y sus compañeros mostraron que podían identificar las células para recuerdos específicos en el hipocampus cerebral de ratones modificados genéticamente y programar el engrama para responder a las pulsaciones de luz, con una técnica conocida como optogenética, para manipularlas.
“La memoria es muy dinámica”
En primer lugar situaron a los ratones en una caja “A” que representa una zona sin ningún peligro.
Los roedores fueron después situados en un ambiente totalmente diferente, la caja “B”, donde los autores de la experiencia reactivaron los recuerdos de la caja A con pulsiones luminosas en las células del hipocampo de los ratones.
Y trataron al mismo tiempo de provocar una ligera descarga eléctrica en las patas de los animales para crear un vínculo entre esta experiencia desagradable y el recuerdo reactivado de la caja A.
Cuando los animales fueron puestos de vuelta en la caja A donde no pasaba nada realmente malo, los ratones estaban asustados.
Además, cuando los ratones fueron situados en un entorno totalmente nuevo, los científicos pudieron reactivar voluntariamente las células del hipocampo asociadas a este falso recuerdo desagradable de la caja A.
“Los humanos son animales muy imaginativos y, como sucede con los ratones, tienen una experiencia desagradable que puede ser relacionada con otra experiencia anterior, con lo que la persona piensa en ese momento, creando un falso recuerdo”, comentó Tonegawa.
“El llamamiento de este falso recuerdo activa los mismos centros de miedo en el cerebro, lo que no permite distinguir en la memoria una experiencia real del miedo”, apunta Xu Liu, investigador del MIT y uno de los coautores del estudio.
Según él, el mecanismo de formación de falsos recuerdos sería similar al de un psicoanalista que hace emerger mediante la persuasión un recuerdo encerrado en una experiencia traumática en la infancia que es a menudo ficticia.
“Una de las ideas falsas más extendidas en cuanto a la memoria es la de una imagen que permanece grabada para siempre en el cerebro, sin ser alterada”, afirma a la AFP.
“La memoria es en realidad muy dinámica y se modifica cada vez que nos acordamos de algo”, prosigue.
“Algunas veces nos damos cuenta, pero la mayor parte del tiempo no somos conscientes, lo que explica por qué la gente está convencida de la exactitud de sus recuerdos”, añade el investigador.
“La próxima etapa en las investigaciones de la memoria se concentrará sobre los mecanismos que permiten borrar malos recuerdos”, indica Xu Liu, todavía sobre ratones porque “esas experiencias sobre humanos serían éticamente inconcebibles”, explica.