Al igual que muchas parejas homosexuales francesas, las parejas gays binacionales esperaron durante meses la legalización del “matrimonio para todos”, pero para ellos la historia no tiene un final feliz debido a los acuerdo bilaterales firmados entre Francia y once países que excluyen la unión de parejas del mismo sexo.

Una circular, publicada a fines de mayo tras la promulgación de la ley, indica que los ciudadanos de Polonia, Marruecos, Bosnia y Herzegovina, Montenegro, Serbia, Kosovo, Eslovenia, Camboya, Laos, Túnez y Argelia no puede casarse con una persona del mismo sexo.

De acuerdo al texto, “cuando se contemple un matrimonio entre dos personas del mismo sexo, y si uno de los futuros esposos es ciudadano de uno de estos país, el funcionario del estado civil no podrá celebrar la unión”.

“Es verdaderamente repugnante. Bebimos champaña cuando la ley fue votado, antes de descubrir que era una ley para todos, excepto para nosotros”, cuenta Mathilde, una francesa de 30 años que vive con su novia, de nacionalidad polaca, desde hace siete años.

“Sinceramente, no lo podíamos creer. Es tan injusto”, añade.

“Después de décadas de desigualdad entre los homosexuales y los heterosexuales, esto crea ahora una discriminación entre homosexuales”, opina Valérie, de 29 años, en pareja con una tunecina que vive en el norte de ese país.

Para esta pareja, que esperaba al fin poder vivir en el mismo país después de largos años viviendo a distancia, se trata “de una verdadera injusticia”.

“Si queremos vivir juntas, nuestra única opción es Francia. En Túnez es obviamente imposible y contábamos con el matrimonio para obtener papeles para mi pareja”, añade.

“Ruptura de la igualdad”

Para Philippe Colomb de la Asociación para el Reconocimiento de los Derechos de las Personas Homosexuales y Transexuales en la Inmigración (ARDHIS), con base en Francia, se trata de una “ruptura de la igualdad, desde el punto de vista del extranjero, pero también del francés o de la francesa que no puede casarse con la persona que escogió”.

Según esta asociación, este problema afecta a miles de parejas homosexuales.

Por su parte, un portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores explica se están “examinando las consecuencias en el extranjero de la adaptación a esta ley”.

“Estamos examinando todo esto, jurídicamente es de una gran complexidad. Estamos estudiando todas las situaciones” posibles, añadió el vocero.

En efecto, según el país la situación puede ser muy distinta. En Asia, Marc, un francés que esperaba casarse con su pareja, un camboyano con el que sale desde hace varios años, descubrió al momento de tramitar su pedido de matrimonio en la embajada que no podría casarse con su pareja.

“Con mi pareja hablamos de casarnos desde hace años”, explica el francés.

Este expatriado que ambiciona fundar una familia quiere “casarse por el marco jurídico que ofrece el matrimonio” y afirma conocer a varias parejas, que tienen hijos, que viven una situación similar en Camboya. Sin embargo, Marc dice que no pierde la esperanza.

Para la abogada Caroline Mécary, especialista en asuntos familiares, “estas convenciones internacionales están sobre las leyes nacionales en la jerarquía de normas, por lo tanto tienen que ser aplicadas”.

“Será muy difícil modificar los acuerdos bilaterales”, concluye la abogada.