Acabada la Copa Confederaciones con la victoria de Brasil y preparando ya la visita del papa en julio a Rio, la presidenta Dilma Rousseff define el lunes detalles de un plebiscito para calmar históricas protestas y digiere con otros políticos el derrumbe de su popularidad.

Las protestas por mejores servicios públicos y contra la corrupción amainaron la semana pasada, reduciéndose sustancialmente este lunes.

El presidente de la FIFA, Joseph Blatter, dijo estar contento de que las manifestaciones hayan tenido una pausa para dar lugar a un evento extraordinario en la final del domingo.

Dos manifestaciones llevaron a la calle a unas 8.000 personas el domingo en Rio, mientras Brasil triunfaba 3-0 ante España en la final del torneo, un ensayo general para el Mundial-2014.

Sin pronósticos claros sobre si las protestas continuarán, muchos temen que revivan durante la visita del papa Francisco para la Jornada Mundial de la Juventud, del 22 al 28 de julio en Rio de Janeiro, donde se espera la llegada de dos millones de peregrinos.

“Las reivindicaciones no están vinculadas a la visita del papa. Tienen que ver con nuestro gobierno. Por eso suponemos que no habrá grandes problemas” aunque “es difícil de prever”, dijo el arzobispo emérito de Sao Paulo, Claudio Humes, quien apoya las protestas, en declaraciones divulgadas por el diario O Estado de Sao Paulo el lunes.

El ministro secretario de la Presidencia, Gilberto Carvalho, advirtió recientemente que puede haber protestas cuando llegue el sumo pontífice.

Reunión de gabinete

Empeñada en buscar una tregua en las calles, Rousseff convocó el lunes a una reunión ministerial.

La presidenta pretende presentar el martes al Congreso una propuesta de plebiscito para impulsar una reforma política. Los dos grandes temas de la consulta serán la financiación de partidos y campañas, y un sistema electoral que acerque más a votantes y políticos, informó una fuente del gobierno a la AFP.

La reforma política, un viejo proyecto del Partido de los Trabajadores (PT) y de otras siglas, es vista como un antídoto a la crisis de representatividad, al rechazo a los políticos y a la corrupción expresado por los manifestantes, quienes denuncian el elevado gasto público para el Mundial 2014 y piden más dinero para educación, transporte y salud.

Rousseff pretende que el plebiscito sea organizado a contrarreloj, para que el Congreso apruebe la reforma antes de octubre, fecha límite para que pueda ser aplicada un año despuçés en las elecciones de 2014, algo que muchos consideran casi imposible. La presidenta cuenta con una aplastante mayoría en el Congreso, pero la base aliada es poco fiel a los designios del gobierno.

La presidenta del Tribunal Superior Electoral de Brasil, Carmen Lucia, dijo el lunes que “la justicia electoral está siempre preparada”, dando a entender que podría cumplir con los plazos.

Escuchar el mensaje de las calles

“Nuestra obligación es escuchar el mensaje (de las calles)”, dijo Rousseff el lunes en su programa semanal de radio en el que reiteró que, con el plebiscito, sigue en pie su empeño por ofrecer con gobernadores y alcaldes “soluciones rápidas y concretas para algunos problemas de la economía, el transporte, la salud, la educación y la política”.

Mientras tanto, la mandataria digería una dramática caída de 27 puntos en su popularidad en las tres semanas de intensas protestas callejeras, según la encuesta Datafolha.

Y suerte similar corrieron gobernadores y alcaldes de las grandes metrópolis, Rio y Sao Paulo: la aprobación del gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) cayó 14 puntos y quienes consideraban la gestión del alcalde Fernando Haddad buena o muy buena disminuyeron de 34% a 18%, según la misma encuesta.

En Rio de Janeiro, el gobernador Sergio Cabral perdió 30 puntos de popularidad y el alcalde, Eduardo Paes, 20. Ambos pertenecen al Partido del Movimiento Democrático (PMDB), de la coalición de gobierno.

Rousseff sigue encabezando las encuestas para las presidenciales de 2014, pero enfrentaría una segunda vuelta. Un 55% de los encuestados con pregunta abierta dijeron no tener candidato.

Hasta el popular expresidente Luiz Inacio Lula da Silva perdió entre nueve y diez puntos en la intención de voto, aunque es favorito con 45%. Sin embargo, Lula descartó que será candidato en 2014, en entrevista al diario Valor del lunes: “Dilma será mi candidata”, dijo.

El presidente y probable candidato presidencial de la socialdemocracia, Aecio Neves, reconoció la crisis que enfrenta la política: las encuestas muestran “una insatisfacción de los brasileños que, pienso, no sea apenas con la presidenta, sino con la clase política en general, en razón de la ausencia de respuestas efectivas”, expresó.