Era viernes y se acercaba la medianoche. Los sonidos de finales de los noventa y principios del 2000, al más puro estilo de los DVD compilados, se hacían sentir y el público lo disfrutaba. Definitivamente era una audiencia distinta a la que usualmente frecuenta el Club Amanda.

Mucha chaqueta de mezclilla y pantalones ajustados, pero no de esos que se ven ahora, más bien de esos que impusieron “la moda”. Bototos o zapatillas converse, una combinación notoriamente marcada por un post punk que poco se escucha actualmente.

Faltaba poco para los primeros minutos de la madrugada del sábado, y los aplausos para apurar la llegada de los cantantes se hacían sentir. Esos gritos para presionar el inicio del show que generalmente se hace en los conciertos, se oían cada vez más fuerte. De pronto, una falsa alarma creó aún más expectación, sobre todo cuando Carl Barât y Gary Powell aparecieron a lo lejos en el local, saludando amablemente. Esos pocos segundos de conexión prendieron todavía más los ánimos.

Pasadas las 00:00 las luces se apagaron. Primero las guitarras y finalmente los artistas anunciados. Barât y Powell al escenario con la reducida pero fiel masa que comenzaba a ubicarse en el mejor ángulo para ver a la banda completa.

María Consuelo Ulloa (BBCL)

María Consuelo Ulloa (BBCL)

La energía de los asistentes, que parecía haber estado guardada desde la disolución de la banda, explotó con los primeros acordes. Como en la mejor de las épocas de post punk, y como en el mejor de los espacios libres, el público se movía al unísono, de un lado a otro, saltando y coreando las letras, como estando en un reencuentro con un grupo que dejó a varios viudos de sonidos armónicos pero acelerados.

Si bien cumplieron su deuda y tocaron la gran mayoría de sus éxitos, como The man who will be king o Don’t look back into the sun, el tiempo se hizo poco para quienes querían un concierto como el que nunca pudieron tener en los años en que The Libertines se escuchaba en las radios de manera vigente, y no como un recuerdo de la década pasada.

A pesar de ello, se dieron los minutos para interactuar con sus fanáticos que esperaban estar cada vez más cerca. Aunque hay que destacar que Barât fue el más receptivo de los cuatro, ya que Powell se mostró amable, pero algo más retraído detrás de la batería que prácticamente sólo permitía ver el rápido y acertado movimientos de sus manos juntos a las baquetas.

María Consuelo Ulloa (BBCL)

María Consuelo Ulloa (BBCL)

Uno de los momentos notables se vivió a eso de la mitad del show, cuando el vocalista decidió hacer canciones más acústicas, sin importar lo afinado de su guitarra, sólo preocupado de tener algo más íntimo con la gente, lo que parece ser propio de sus presentaciones.

Personas alzando el disco homónimo, prendas de ropa arrojadas al escenario e incluso un fan traspasando la seguridad, fueron el resultado de una noche en la que los melancólicos de The Libertines lograron obtener pedazos de un grupo que nos abandonó hace casi 10 años, y nos mostró los inicios de un nuevo estilo que dejaba poco a poco el punk de los 70’, mezclándose con la música de garaje, dando paso a grupos como The Strokes, y terminando en bandas más evolucionadas y hechas por y para las nuevas generaciones, como Arctic Monkeys.

María Consuelo Ulloa (BBCL)

María Consuelo Ulloa (BBCL)

Aunque muchos se quedaran con las ganas de ver al ex vocalista, Pete Doherty, sin duda este era uno de los tantos conciertos a los que se debía ir, sobre todo en un 2013 que viene plagado de recuerdos de finales los 90’, una época que instauró no sólo estilos musicales, sino también movimientos que viven a través de los años.