Ante la remoción “de por vida del ejercicio del ministerio sacerdotal y de la vida religiosa” que dictara la Iglesia Católica en contra de Héctor Valdés Valdés, por abuso, el arzobispo de Concepción decretó que “no hay espacio en el sacerdocio para los que abusan de menores”.

Los antecedentes conocidos en los últimos días del actuar de Héctor Valdés Valdés cuando ejerciera el sacerdocio, en la comuna de Lebu, y que lo vinculan a diversos abusos contra menores desestimados por la justicia, sí encontraron resorte e investigación con resultados plausibles en la misma Iglesia Católica.

El caso del sacerdote Valdés en la época de un proceso pertinente en tribunales el año 2002, no tuvo avance judicial. Incluso con la defensa del abogado Fernando Saenger el caso se estancó a favor del fundador de la rama chilena de la Congregación Misioneros de San Francisco de Sales.

Versiones eclesiásticas daban cuenta que esta congregación se instaló a fines de la década del 90 en la provincia de Arauco, donde ahora no existe, ni dejó vestigios, excepto por las víctimas que dieron cuerpo al caso con denuncias directas al Vaticano que esta vez y tras años de indagatoria dictó una sentencia dura, que comentó categórico el actual arzobispo de Concepción, Fernando Chomalí.

Y es que en 1995 el arzobispo de Concepción Antonio Moreno, otorgó espacio y potestad a los integrantes de la congregación San Francisco de Sales para asumir el control de la parroquia Santa Rosa de Lima, en la comuna de Lebu, de allí el trabajo con la comunidad local.

Uno de los casos que configuran eventuales delitos que no figuran en las aristas investigativas formales apuntan a Cristian Rocha un menor de 15 años que se suicidó, con indicios que vinculan su muerte a una violación previa, caso adicional es el que acogió el Vaticano para dictar sentencia en este proceso eclesiástico.

El sacerdote ahora removido, también acumula causas de otras parroquias y establecimientos educacionales de la región metropolitana.