“¿Por qué no me excito sexualmente?”, “¿Tengo que hacerlo siempre que mi pareja lo desea?”, “¿Por qué tengo tan pocos orgasmos?”.

Éstas son parte de las preguntas que se hacen algunas mujeres que sufren de anorgasmia, también llamada disfunción orgásmica, la cual se presenta “cuando una mujer no puede alcanzar el orgasmo o tiene dificultades para alcanzarlo cuando está sexualmente excitada”, según indicó MedlinePlus, un servicio de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.

Actualmente, las encuestas sugieren que entre el 33% y 50% de las mujeres no están satisfechas con la frecuencia de sus orgasmos… pero ¿qué factores pueden contribuir a esta disfunción?

De acuerdo a la enciclopedia los factores abarcan desde el aburrimiento y la monotonía en la actividad sexual, pasando por los trastornos hormonales debido a la menopausia y enfermedades crónicas, hasta otros más graves como antecedentes de abusos o violación.

Ante este punto, cabe señalar que la anorgasmia puede dividirse en cinco tipos: primaria, correspondiente a mujeres que nunca han alcanzado el orgasmo -ni por coito ni por masturbación-; secundaria, sufrida por quienes tras una época de sentir orgasmos normalmente deja de experimentarlos de forma sistemática; absoluta, cuando se es incapaz de llegar al orgasmo por cualquier medio; relativa, cuando se obtiene el orgasmo sólo de una determinada forma -por ejemplo, de manera coital-; y situacional, cuando se alcanza sólo en ciertas circunstancias específicas.

En este contexto Diana Resnicoff, licenciada en psicología y sexóloga clínica que se desempeña como secretaria científica de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (S.A.S.H.), comentó en Yahoo! los tres miedos que impulsan la anorgasmia y cómo combatirlos.

1.- “Sin un orgasmo el sexo no es completamente satisfactorio. Tengo que conseguirlo pase lo que pase”.

Según la experta, las mujeres deben dejar de ver el orgasmo como el único objetivo a la hora de tener sexo.

“El placer no es algo que surja en términos de todo o nada, sino que comprende una serie de grados intermedios, de los cuales se pueden obtener gratas experiencias”, indicó.

A ello, Resnicoff agregó que “Compartir un momento de intimidad con la pareja, dar y recibir caricias, besarse, poner en marcha todos y cada uno de los sentidos, estimularse toda la piel y no sólo los genitales, es más que placentero por sí mismo”.

También reflexionó que “El encuentro sexual implica un proceso, no un destino prefijado llamado orgasmo al que hay que llegar a toda costa. Es más, si la meta se convierte en una obligación, los viajeros pueden sentirse tan presionados y tensos que acaban bloqueándose incluso antes de comenzar la aventura”.

2.- “Tengo que resignarme y fingir”.

La sexóloga enfatizó que simular un orgasmo no es la solución, ya que esto agranda el problema y tapa la insatisfacción de una mujer, lo que puede llevarla a sentir “aversión o rechazo por su compañero sexual”.

“Es importante pensar que el orgasmo no es el único fin al que van destinados todos los encuentros sexuales, si bien es algo deseable, saludable y posible”, dijo Resnicoff.

A lo anterior, agregó que “Para ello es conveniente que previamente la mujer aprenda a explorar su propio cuerpo, conocer el tipo de estimulación y las zonas erógenas propias que más le facilitan la excitación y el placer, y aprender a comunicarse sexualmente con su pareja sin inhibiciones”.

3.- “Tal vez sea la edad, cuando se es mayor estas cosas pasan”.

Puede que la edad y los cambios hormonales hagan que algunas mujeres tengan menos lubricación vaginal, lo que podría generarles un temor ante el encuentro sexual.

Pero, a juicio de la especialista, esto “fácilmente se compensa con lubricantes vaginales”, por lo que no debiera transformarse en un miedo que pueda impulsar la anorgasmia.