La comisión constituyente egipcia, dominada por los islamistas, comenzó a votar este jueves el proyecto de nueva Constitución, que mantiene la referencia a los “principios” de la sharia, que ya figuraba en la ley fundamental anterior, bajo la presidencia de Hosni Mubarak.
La votación del proyecto, que estaba bloqueado desde hacía varias semanas, debido a las divergencias entre islamistas y no islamistas, fue anunciada sorpresivamente el miércoles, en medio de la peor crisis política desde la elección del presidente Mohamed Mursi.
El artículo 2 del proyecto de Constitución prevé que los “principios de la sharia” constituyan la “principal fuente de la legislación”.
Se trata de una formulación bastante consensuada en Egipto, que significa que la ley islámica no es la única fuente de la legislación.
Los fundamentalistas salafistas deseaban que la referencia a la sharia fuera más exigente.
En cambio, numerosos liberales al igual que la Iglesia Copta ortodoxa, que representa entre el 6% y el 10% de la población, insistían en que no había que ir más allá de la formulación de la constitución anterior.
Sin embargo, otras disposiciones que deben ser sometidas a votación, muy criticadas en los medios liberales y cristianos, permitirían ampliar los sectores de aplicación de la sharia.
Esas disposiciones fueron introducidas durante los trabajos preparatorios por los Hermanos Musulmanes, formación política del presidente Mohamed Mursi, lo que llevó a que muchos liberales y cristianos abandonaran la comisión constituyente integrada por 100 miembros.
Ciertas disposiciones sobre la libertad de expresión también despertaron inquietud en las medios de prensa y entre los defensores de los derechos cívicos.
Los diarios Al Masry Al Yawm y Al Watan, así como los semanarios Al Usbue y Al Fajr decidieron no salir el martes próximo como protesta contra la falta de libertad de prensa en el proyecto de Constitución.
Una vez aprobado, el texto constitucional debe ser enviado a Mursi para que organice un referéndum de ratificación en un plazo de dos semanas.
La nueva Constitución debe reemplazar a la que estuvo vigente hasta la caída de Hosni Mubarak, derrocado en 2011 por una revuelta popular.
La votación sobre la Constitución se produce en momentos en que Egipto atraviesa su peor crisis política desde la elección de Mursi en junio pasado.
Un decreto presidencial publicado el 22 de noviembre pasado por el cual Mursi ampliaba sus poderes desencadenó la crisis.
La adopción expeditiva de la Constitución permitiría a Mursi terminar con ese expediente pero también podría provocar una rebelión de sus opositores.
Los principales enfrentamientos tienen que ver con la ‘sharia’, la ley islámica, en la legislación egipcia, la condición de la mujer y algunas libertades públicas.
Los anti Mursi, que ocupan la Plaza Tahrir de El Cairo desde hace una semana denuncian un procedimiento precipitado que agrava las tensiones.
“No es lógico comenzar a votar cuando el país se encuentra tan dividido”, afirmaba un manifestante, Abdel Nasser Zidane.
“Los Hermanos Musulmanes hacen su propia constitución, no la de Egipto”, dijo por su lado otro manifestante, Tamer Harby, 30 años.
Los poderes reforzados de Mursi deben cesar, en principio, cuando se apruebe la nueva Constitución.
Mursi debe pronunciar el jueves un discurso televisivo para explicar su posición, indicó el diario gubernamental Al Ahram.
Los Hermanos Musulmanes egipcios indicaron el jueves que su manifestación prevista para el sábado para apoyar al presidente Mohamed Morsi no se llevará a cabo como anunciado en la plaza Tahrir en El Cairo, ocupada por opositores y donde los riesgos de enfrentamientos son elevados.
“Los Hermanos musulmanes no manifestarán el sábado en Tahrir, y otro lugar será anunciado ulteriormente”, según un mensaje colocado en la cuenta oficial twtter de la cofradía.
Desde hace varios días, Egipto está sacudido por manifestaciones masivas, salpicadas de violencia que han dejado un balance de tres muertos y centenas de heridos.
Algunos opositores llamaron a una nueva manifestación anti Mursi el viernes en la Plaza Tahrir, símbolo de la revuelta anti Mubarak.
Por su parte, los islamistas llamaron a manifestar el sábado en apoyo a Mursi.
El decreto de Mursi, que prohíbe a los jueces examinar los recursos contra las decisiones presidenciales, provocó numerosas protestas en el mundo judicial egipcio.
Los partidarios del presidente egipcio sostienen que la ampliación de poderes de Mursi apunta a sacar del estancamiento un proceso de transición caótico casi dos años después de la caída de Mubarak.
“Estamos aprendiendo. Aprendemos a ser libres. Nunca habíamos conocido eso antes”, declaró Mursi en una entrevista concedida al semanario estadounidense Time Magazine.
“Aprendemos a debatir. A tener opiniones diferentes. A ser mayoría o minoría”, agregó el presidente egipcio, que rechazó las acusaciones de “nuevo faraón” lanzadas por sus adversarios que denuncian una deriva “dictatorial” del poder.