Desperté como cada día, pensando en que era uno de las tres veces a la semana que me tocaba correr, practica adquirida por una vida llena de deporte y costumbre a esto, claro que ahora el esfuerzo es válido como para poder comer un asadito sin remordimientos, o para mantener cierta forma.

Normalmente el tiempo que dura mi trote lo utilizo mucho para pensar, de hecho he decidido por aquello no llevar música.
Ideaba mi próxima columna, sobre qué hablaría o lo que expondría, dejando que mi mente me hablase, y la repuesta fue bastante rápida: Apareció en mi el pensamiento del por qué un equipo hoy debe jugar cuando se posee el balón con doble pivote por la franja central, traducido al barrio, el contención y el creación.

Se me ocurrió mientras mi respiración se agitaba por el trote, estudiarlos con los imanes de mi refrigerador -sí, esos que uno va recopilando con algunos viajes-, que se pegan allí y que muchas veces sirven para dejar alguna nota adosada al mismo.

Llegué del trote y rápidamente recogí varios imanes y me senté a pensar cómo juega el contención. Puse un imán que representaba aquel contención que ha mutado -y mucho-, ya que al momento de tener el balón es mi pivote en campo propio y dije “bueno, aquí es más fácil jugar”, porque es un sector en donde no hay muchos otros imanes cerca, ya que quizás el creación del rival intentaría tomarlo y lo único que debe de hacer mi jugador es arrancarse.

Enfrenté allí dos imanes y me di cuenta que siempre había un sector por donde se repelían debido a su polaridad. Fue allí que encontré el sentido de su movimiento en el campo, ya que siempre debía desplazarse para desmarcarse por el lado en que ambos se repelen.
Ahora era momento de ver cómo se movería mi creación y allí puse mi imán, pero rápidamente me di cuenta que en ese sector había muchos otros que lo rodeaban. Claro, es una zona de muchas marcas y siempre había uno que se lo llevaba, por lo que allí surgió mi idea y dije: “Bueno, entonces lo que voy a hacer es que siempre esté entrando en esa zona un imán que se repela con el polo que va a la marca” y fue así que comencé a rotar el imán del creación y comencé a encontrar respuestas.

Claramente en el sector deben entrar y salir jugadores constantemente. Por momentos un delantero retrasado, en otras ocasiones un volante mixto se sume allí, y fui probando imanes y esto resultaba. Decidí entonces probar también con un volante externo, que en vez de seguir en dirección a línea de fondo, se metiera en diagonal por la zona central y también me resultó.

Concluí que la clave está en saber ocupar aquel sector con el imán que repela por ser de la misma polaridad de quien va a la marca, para así encontrar los espacios en un sector donde no lo hay.

Muchas veces en las cosas simples de la vida están las respuestas a grandes incógnitas.