La euforia se apoderó el domingo de las calles de Madrid para festejar los cuatro goles con los que la selección española se impuso a Italia en la final de la Eurocopa 2012 en Kiev logrando la “triple corona” tras las victorias en el Mundial 2010 y la Eurocopa 2008.
En un ambiente de fiesta, los aficionados celebraban entrada la noche la histórica victoria, a la espera de acoger el lunes como héroes a los jugadores de la Roja, que debían ser recibidos por el rey Juan Carlos antes de lanzarse a una tarde de festejos iniciada con un recorrido por las avenidas de la capital.
Vestidos con la camiseta de la selección española, con sombreros y pelucas de los colores nacionales y la bandera de España pintada en la cara, miles de hinchas, en su mayoría jóvenes, se apoderaron de las calles del centro de la capital.
“¡Campeones! ¡Campeones!”, coreaban mientras invadían por miles la céntrica plaza de Cibeles, frente al Ayuntamiento de Madrid, lugar tradicional de peregrinaje de los aficinados madridistas.
“España ha jugado el partido ideal, por eso Italia no ha podido hacer nada”, afirmaba eufórico David Gutierrez, de 23 años, entre los miles de hinchas que se habían reunido para seguir el partido al pie del estadio Santiago Bernabeu.
Una única idea en todas las mentes: lograr la “triple corona” tras el Mundial de Sudáfrica y la Eurocopa de Austria y Suiza.
En el minuto 14, con el primer gol de David Silva el sueño comenzó a parecer posible. “¡Este partido lo vamos a ganar!”, gritaba la multitud.
Pese a la euforia del 1-0 los hinchas españoles retuvieron la respiración cuando Italia se lanzó al ataque y gritaron de júbilo con cada despeje de Casilla. “Iker, Iker, Iker”, clamaba la afición cada vez que el portero de La Roja frenaba un balón italiano.
Con el segundo gol, de Jordi Alba en el minuto 41, la euforia empezó a instalarse. “¡Campeones! ¡Campeones!”, el grito sonaba en las calles.
En el descanso, los altavoces junto a las pantallas gigantes subieron los decibelios, por todas parte resonaba el “Que viva España”.
Pero hubo que esperar a la segunda parte para respirar tranquilos. “¡Sí, sí, sí, la copa ya está aquí!”, gritaban los hinchas en el tercer gol, de Fernando Torres, en el minuto 84, y el final de Juan Mata, sólo cuatro minutos después.
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