El rostro de Marilyn Monroe, “icono del glamour absoluto”, es el emblema del Festival de Cannes este año, dominando por fin el mundo del cine desde lo alto de las escalinatas de honor que jamás ascendió.

Un lugar justo para una actriz que Hollywood omitió convidar a los Oscars, un homenaje a este divino ídolo que la literatura y la edición siguen honrando y quien en treinta películas, contando la última, inacabada, marcó la historia, más allá del cine.

“Queremos celebrar al icono absoluto del glamour en el templo del glamour absoluto. Es una manera de recordarla en este año del cincuentenario de su muerte, el 5 de agosto de 1962″, declaró Thierry Frémaux, director del festival.

“Ella reunía todos los ingredientes del mito: su muerte, sola, a los 36 años; su nacimiento, de padre desconocido y de una madre loca, una infancia agitada, su descubrimiento por un fotógrafo en una fábrica”, resume la crítica Isabelle Danel, quien dirigió la obra colectiva “Marilyn Monroe de A a Z”.

“Todas las etiquetas que le endilgaron hicieron que la actriz pasara a un segundo plano, y a veces, cuando se le reconoce ese talento, es un poco a regañadientes. Como cinéfila la he querido siempre, pero durante mucho tiempo me negué a reconocerlo”, dice.

“Y no obstante se le vio crecer de una película a otra. Ella no es un solo personaje, sino todos”, recalca, lamentando algunas veces “los tics” que le contagiaron sus profesoras, Natasha Lytess y luego Paula Strasberg, de los que se desembaraza tan pronto tiene un personaje que defender.

“Jamás fue nominada a los Oscars, pero lo habría merecido ampliamente, al menos por ‘Somes like it hot’ (Una Eva y dos Adanes) y ‘The Misfits’ (Los inadaptados)”, añade Isabelle Danel, quien cita los nombres de los directores que trabajaron con ella: John Huston, Mankiewicz, Hawks, Preminger, Cukor, Billy Wilder…

Más célebre aún después de su muerte, Marilyn Monroe ocupaba ya un lugar de estrella absoluta en el corazón de sus contemporáneos.

Sus verdaderos admiradores jamás la han abandonado, renovándose con cada generación, sin cesar de velar por el respeto a su memoria, con devoción y autoridad, hasta lograr incluso el cierre en 2005 en Long Beach (California) de una exposición de falsos objetos personales de la actriz.

Ya que los negocios funcionan en torno a Marilyn Monroe, inmortalizada por Andy Warhol como un símbolo sexual omnipresente en camisetas, tazas o almohadas.

Según Isabelle Danel, la explotación de su nombre y de su rostro generó ocho millones de dólares de ingresos en 2011.

Paul Morizet, experto en marketing de celebridades para la agencia Greenlight, dice que la albacea de Marilyn Monroe, Anna Strasberg, segunda esposa y viuda de Lee Strasberg, cedió la mayoría de sus derechos al grupo Authentic Brands, que ha decidido controlar el mercado para mejorar la imagen de la “marca” Monroe.

“Las cosas ordinarias se han terminado”, según Paul Morizet, quien explica que un fondo de inversiones asociado ha invertido cerca de 25 millones de dólares en el negocio: “Si se vuelve rara, se encarecerá”, vaticina.

La película “My week with Marilyn” con Michelle Williams forma parte de esta empresa, así como el lanzamiento en Cannes de un faraónico libro de fotos que cuesta 1.200 dólares.

Entre la cadena de televisión estadounidense NBC, que termina una miniserie, “Smash”, con Uma Thurman en el papel de la célebre rubia, y una emisión de telerrealidad, “Finding Marilyn”, que se prepara actualmente, “Marilyn Monroe sigue sin rivales”, comprueba el experto.