El ingreso en bolsa de Facebook, previsto para el viernes, es considerado un gran evento financiero a escala mundial, pero no debería suponer mayores cambios para sus usuarios más allá de un entorno más centrado en la publicidad.

En el corto plazo no se espera ningún sismo. Pero dentro de algunos años la repercusión de esta cotización en bolsa se debería sentir fuertemente.

Con el ingreso en Wall Street, la empresa se someterá de forma permanente a la presión de los inversores, que buscan siempre maximizar los beneficios y la rentabilidad de lo que constituye la principal riqueza de Facebook: el usuario y su deseo de consumo.

Los primeros efectos deberían producirse en la aplicación de Facebook para los teléfonos móviles.

“Si se quiere ver un cambio concreto que va a influir en la experiencia del usuario, hay que mirar los teléfonos móviles”, dijo Rebecca Lieb, consultora de nuevas tecnologías del grupo Altimeter. “Comenzaremos a ver publicidad”.

Por sorprendente que parezca, hasta ahora Facebook no ha logrado casi ningún beneficio de sus productos para móviles, que no tienen avisos publicitarios.

En su presentación a los inversores, la directiva del sitio indicó que esto es algo que desea cambiar rápidamente. Y con este fin ha lanzado un sistema de noticias esponsorizadas.

En lo que se refiere a la página web, se espera también un cambio pero que no implica necesariamente la irrupción de un raudal ininterrumpido de publicidad clásica.

“Facebook debe mantener su aspecto conocido al incorporar publicidad”, afirma N. Vendat Venkatraman, de la Universidad de Boston.

La red social podría también tratar de desarrollar una nueva forma de publicidad: que los amigos aconsejen productos, inciten a probar tal o cual restaurante o que cada vez más empresas tengan sus páginas con el propósito de reunir cada vez más afirmaciones de “me gusta”.

La hipótesis de cambios más drásticos; por ejemplo, de una versión ‘premium’ que mediante el pago garantice funcionalidades mejoradas, depende enteramente del presidente general, Mark Zuckerberg, y de su voluntad de satisfacer las exigencias de rentabilidad presentadas por los inversores, a quienes se enfrentará cada vez que publique sus resultados trimestrales.

Para él, la frontera es delicada. Debe crear nuevos ingresos sin espantar a los usuarios.

“Si Facebook aliena a su audiencia, la pierde, y la rentabilidad y los beneficios se van con ella”, dijo Lieb. “Hemos visto a otros gigantes de internet no responder a las demandas de sus usuarios y caer”, apuntó.

La historia reciente está repleta de experiencias aleccionadoras sobre los peligros de poner las ganancias trimestrales por delante de los consumidores.

“La relación con los usuarios tarda en construirse pero puede romperse rápidamente, como vimos con MySpace”, señaló James Lenz, profesor de economía de la Universidad Rice. Ese sitio, pionero de las redes sociales, fue lanzado por publicitarios en 2003 y comprado en 2005 por el grupo de Rupert Murdoch, News Corp. Pero nunca pudo remontar el éxito de Facebook, que lo superó en 2008.

Netflix, el servicio estadounidense de alquiler y difusión de videos a demanda, es otro ejemplo de la dificultad de proponer nuevos servicios lucrativos y mantener el público.

El año pasado trató de separar el alquiler de videos por correo de la difusión de éstos en línea, pero la medida “no le gustó a sus usuarios y el precio de las acciones cayó en picada”, recordó Lenz.

En otros casos, como Google, la pugna de intereses entre usuarios y inversores se resolvió de forma exitosa. Según Lieb, Google siempre advirtió a los inversores que tomaría en cuenta los resultados trimestrales de la empresa, pero privilegiaría el largo plazo. “Y pienso que eso funcionó muy bien”.