El Museo de la Prensa de la capital estadounidense inscribió este lunes los nombres de 19 periodistas latinoamericanos fallecidos en 2011 mientras ejercían su labor, en un memorial que se renueva cada año.

De los 70 periodistas que murieron mientras trabajaban el año pasado, cinco eran chilenos, reporteros de la televisión nacional; viajaban a bordo de un avión que se dirigía a la zona del país que había sido devastada por un sismo y un tsunami en 2010.

Todos ellos fallecieron al estrellarse el aparato, lo que unió a Chile de forma excepcional al grupo de países más peligrosos en el mundo para los periodistas, formado por Libia (cinco fallecidos también) y sólo por detrás de Irak y Pakistán (siete cada uno).

El resto de reporteros, columnistas, fotógrafos y camarógrafos que murieron en América Latina fueron asesinados a causa de sus investigaciones sobre el crimen organizado, la corrupción local o por su cobertura de la vida política en su país.

Cuatro fueron asesinados en México, tres en Brasil, dos en Perú, uno en El Salvador, uno en Guatemala, uno en Honduras, uno en República Dominicana y uno Panamá.

“Nuestros reporteros han sido difamados, intimidados, golpeados, secuestrados; granadas han sido lanzadas a sus puertas. Y aún así, se presentan todos los días a trabajar para asegurarse que la verdad sea dicha”, declaró Alejandro Junco, presidente del Grupo Reforma, uno de los conglomerados de prensa más importantes de México, invitado especial del evento.

Según la estatal Comisión de Derechos Humanos, al menos 77 comunicadores han sido asesinados en México desde 2000.

El Museo de la Prensa estadounidense, inaugurado en 2008, abrió ese mismo año el memorial, que contiene hasta ahora 2.156 nombres de periodistas fallecidos desde 1837 en todo el mundo.