Diplomáticos estadounidenses basados en Costa Rica alertaron regularmente a Washington que este muy poblado país, promocionado como paraíso ecológico, en realidad vierte sin tratar los excrementos humanos en ríos que desembocan en zonas turísticas del Pacífico.

Los cables, obtenidos por Wikileaks y publicados por el diario La Nación, informan sobre hechos de contaminación que califican como espeluznantes y explican qué “Costa Rica no es un paraíso”, al tiempo que advierten a turistas sobre una red vial muy peligrosa y que sorprende por la lentitud del tránsito.

“Costa Rica da tratamiento a menos del 3% de los excrementos humanos y descarga el 97% de las aguas negras en los ríos”, afirmó en abril de 2007 Laurie Weitzenkorn, funcionaria de Asuntos Públicos de la Embajada.

“Casi todas las aguas negras entran a ríos que fluyen desde San José y desembocan en el Pacífico, concretamente en el golfo de Nicoya”, donde comienza la principal región turística de Costa Rica.

Allí “los residentes locales saben que deben evitar las playas de esa área por las aguas negras”, agregó la funcionaria.

“Este es el primero de una serie ocasional de cables que explican por qué Costa Rica no es un paraíso. Estos cables buscan dar una imagen realista de los retos diarios que Costa Rica enfrenta. Los folletos turísticos no narran toda la historia”, escribió Weitzenkorn.

“Para un país dependiente del turismo, que se sustenta en su reputación como un paraíso ambiental, el uso que hace de los ríos (…) como conducto para descargar aguas negras sin tratar en sus playas más accesibles e importantes áreas de pesca, es una espeluznante revelación”.

Los cables relatan, con una mezcla de resignación y estupor, otros elementos que afectan a potenciales turistas y a los que hay que advertir, como la red vial, caracterizada por “muchos kilómetros de carreteras llenos de baches, que se lavan en la estación lluviosa”, escribió el embajador Peter Cianchette en noviembre de 2008.

Las carreteras están “equipadas con puentes viejos que tienen mal mantenimiento o construidas con muy pocos carriles para el tránsito de lentos y pesados camiones y vehículos en un terreno montañoso lleno de ascensos y descensos” escribió.

“La mala condición de muchas carreteras y autopistas –añadió el diplomático– atenta contra el turismo, la logística y la seguridad: la velocidad promedio para avanzar, incluso entre ciudades importantes y con tránsito normal, puede bajar hasta 30 millas (menos de 50 km) por hora, lo que sorprende a los turistas”.

En condiciones normales el trayecto desde la zona capitalina hasta la costa del pacífico, a unos 80 km, puede demorar unas dos horas y media. Hacia la costa Caribe, a unos 120 km, el trayecto puede insumir, si no llueve, más de tres horas.

Los diplomáticos estadounidenses urgían por advertir a los turistas sobre los peligros. “Deben tener mucha cautela. Una combinación de calles en malas condiciones, manejo errático y tráfico de animales y personas en las calles hacen la conducción muy peligrosa”.