El gobierno irlandés se disponía el domingo a solicitar oficialmente una ayuda financiera de varias decenas de miles de millones de euros a la Unión Europea y al Fondo Monetario Internacional en el marco de un vasto plan de rescate de los bancos irlandeses, cuya deuda astronómica amenaza a Europa.
“Voy a recomendar que pidamos beneficiar del programa” de ayuda establecido hace seis meses por la UE y el FMI, había indicado el ministro irlandés de Finanzas, Brian Lenihan a la radio pública RTE, destacando que la decisión pertenecía al gobierno reunido este domingo a media tarde.
El ministro no quiso pronunciarse sobre el monto de la ayuda, señalando que se serían “decenas de miles de millones de euros”.
Las estimaciones daban cuenta de un monto entre 40.000 y 100.000 millones de euros.
El consejo de ministros se reunía este domingo en la tarde para finalizar la elaboración del severo plan de rigor previo a la ayuda internacional.
El plan de rigor apunta a economizar 15.000 millones de euros en cuatro años, es decir casi el 10% del conjunto del Producto Interior Bruto (PIB) irlandés.
El plan irlandés tiene por objeto llevar el déficit público, actualmente de 32% del PIB, al 3%, conforme a las exigencias de la Unión Europea.
Este plan podría ser anunciado a comienzos de la semana próxima, pero su adopción podría darse desde el lunes si es aprobado por el consejo el domingo.
Los expertos de la UE, del FMI y del Banco central europeo reunidos desde el jueves en Dublín han revisado dicho dispositivo para determinar el plan destinado a salvar los bancos irlandeses aplastados por las deudas.
A cambio de este plan de socorro de un monto entre 40.000 y 100.000 millones de euros, según estimaciones de los medios, las instancias internacionales podrían exigir un endurecimiento de las medidas de restricción presupuestaria.
Al parecer, los expertos dudan del crédito que puede acordarse al plan irlandés, teniendo en cuenta un repunte económico menos importante que lo previsto.
Dublin querría anunciar este plan antes de pedir formalmente una ayuda internacional, para evitar que las nuevas medidas de rigor se vean como si fueran impuestas.
Las nuevas medidas de austeridad, que suceden a planes de economías ya drásticos anunciados en serie desde 2008, deberían acelerar la reducción de las plantillas de la función pública y aumentar los recortes de los subsidios de desempleo y familiares, e incluso afectarían el salario mínimo.
Esto provocará “desordenes sociales” predijo Eamon Devoy, responsable del TEEU, segundo sindicato industrial, que llamó a una campaña de “desobediencia civil”. Para el próximo sábado está programada una manifestación, que los sindicatos anuncian “masiva”.