Golpes bajos, mucha polémica y disputa voto a voto marcan la campaña de las presidenciales brasileñas que en poco más de una semana definirán al sucesor del popular Luiz Inacio Lula da Silva, entre su candidata Dilma Rousseff, que parte como favorita, y el opositor José Serra.

Ex mano derecha de Lula en el gobierno, Dilma Rousseff, de 62 años, ostenta una ventaja de 10 puntos sobre su oponente, el ex gobernador del industrial Estado de Sao Paulo de 68 años, José Serra, según la encuesta Datafolha divulgada el viernes.

El sondeo da a Rousseff 50% de la intención de voto (ganó tres puntos en una semana), contra 40% para Serra (perdió un punto).

Rousseff y Serra, candidatos de la centroizquierda que alternó en la Presidencia de Brasil en los últimos 16 años, pelean por los 20 millones de votos verdes y religiosos que en la primera vuelta fueron a la ex candidata ambientalista Marina Silva.

Aunque el 46% de los electores de Silva dijeron que votarán por Serra, una buena porción de los “Marineiros” emigraron a Rousseff, que esta semana lanzó un compromiso ambiental y ya detenta 31% de ese voto verde y religioso.

“A falta de nuevas noticias de corrupción y campañas religiosas -que dominaron la campaña, favoreciendo a Serra y provocando un éxodo de votos de Rousseff- el prestigio del presidente Lula volvió a pesar” en favor de la candidata, dijo Vinicius Torres Freire, columnista del diario Folha que publica la encuesta.

El presidente Lula, cuyo gobierno asegura haber sacado a 29 millones de la pobreza y engrosado en millones la clase media de uno de los países más desiguales del planeta, alcanzó esta semana 82% de popularidad, su máximo histórico.

“En Brasil el real está en pleno auge, el crecimiento del PIB alcanzará 7,5% este año y el consumo está en alza. La consecuencia de ese ambiente económico es que se fortalece el deseo de continuidad que ayuda a su candidata”, afirmó el viernes el presidente de la consultora Arko Advice, Murillo de Aragao.

Con la presión por disputar los últimos votos que aseguren la victoria a uno u otro, la campaña alcanzó un grado de embates poco usual entre los brasileños.

“El bajo nivel se ha generalizado en la recta final del segundo turno de la elección presidencial”, denunció el diario O Estado en su editorial del viernes, como también lo hicieron otros grandes periódicos del país, refiriéndose a la campaña sucia que circula en la calle, iglesias e internet en paralelo a la oficial, basada en la divulgación de ataques y rumores sobre creencias religiosas, aborto y corrupción contra los candidatos.

La prensa también ha criticado duramente la implicación de Lula en la campaña a favor de su candidata, especialmente luego que el jueves llamara de mentiroso a Serra por informar que fue agredido con un objeto contundente por militantes oficialistas.

“Una bolita de papel que pegó en la cabeza del adversario y lo llevan a hacer una resonancia magnética. (…) Cuando hay gente que demora meses para conseguir un turno (médico). Es una vergüenza”, exclamó Lula al referirse nuevamente al episodio, este viernes en un acto de campaña junto a su candidata en Uberlandia.

“Yo y muchos electores estamos pasmados y enojados con el bajo nivel” de la campaña, “este segundo turno electoral es un escándalo”, son comentarios que inundaron el viernes las Cartas de los lectores en la prensa.

A poco más de una semana de la elección, “la conclusión inevitable es que Dilma es favorita y que aumentó su favoritismo en las encuestas, pero como se trata de una campaña muy disputada, con sorpresas cada día, no podemos decir con plena convicción que la elección está definida”, evaluó en declaraciones a la AFP Ricardo Ribeiro, de MCM Consultores.