El presidente boliviano Evo Morales admitió este sábado que parte de la producción de coca de su país se desvía al narcotráfico y urgió a los productores de la hoja en el Chapare, cuyo sindicato encabeza, a respetar los acuerdos sobre limitación de cultivos.

En una alocución ante unos mil delegados de los sindicatos cocaleros de la región del Chapare, Morales reconoció que “una parte de nuestra coca se va al mercado ilegal” para la elaboración de cocaína.

“Si todo iría al mercado legal, no habría problema, pero desvían”, les dijo a los delegados cocaleros del Chapare, en el subtrópico boliviano, y desde donde Morales emergió a la vida política.

Los sindicatos debaten pedidos de sus afiliados de aumentar el volumen de producción de coca.

“Es un debate central, ¡viva el ‘cato’ de coca!, pero el ‘cato de coca’ ¿es una hectárea, es una media hectárea, es dos hectáreas?, entonces eso es lo que tenemos que debatir y definir ahora”, sostuvo Morales.

El ‘cato’ es una medida agraria convencional de 40×40 m2, acordado en 2005 por el entonces presidente conservador Carlos Mesa y consolidado en la gestión de Morales, que asumió en 2006.

El mandatario instó a los cultivadores de coca a superar la división de parcelas que ha disparado el aumento de la superficie de cultivo, más allá de las 7.000 hectáreas de sembradíos de coca toleradas en el Chapare.

La legislación boliviana reconoce como legales 12.000 hectáreas de coca (en el Chapare y en la región de los Yungas), pero los cultivos han excedido las 30.500 hectáreas de coca, según la Junta Interamericana de Estupefacientes.