Sin estrellas ni mayor despliegue de comunicación, esta producción española de 2008, que ha contado con la televisión vasca ETB y una pequeña coproducción francesa, ha conseguido colarse casi de refilón en la siempre difícil cartelera de París.

Pocos son los medios de comunicación que se han dignado a hacerle caso. Y también pocas son las películas con un estreno tan modesto que pueden vanagloriarse de haberse ganado toda una página de cumplidos en el influyente diario Le Monde.

La película “se confronta al franquismo como poco cine español lo ha hecho hasta ahora”, escribe el crítico Jacques Mandelbaum, que destaca dos cualidades que considera esenciales: “su minimalismo estilizado” y “cómo desvela progresivamente el relato la duplicidad de los personajes y la hipocresía incestuosa del sistema que les apresa”.

“Hoy no se fía, mañana sí” transcurre en la España de principios de los años ’50, un país de penurias en el que todo podía valer para salir adelante, desde la delación hasta el sexo por interés.

Ese es el caso de la protagonista, una huérfana llamada Gilda que trabaja de secretaria en una emisora de radio. Avizanda define como una sobreviviente el personaje interpretado por Carolina Bona, una actriz desconocida del gran público que lleva la película a hombros. Lo cual no deja de tener su miga tratándose de un mundo de y para hombres.

Una factura muy pulcra, el estilo por momentos casi teatral, contrastan con la sordidez de la historia, que bien podría ser la otra cara de una serie de éxito de la televisión española como “Amar en tiempos revueltos”.

“Hay un proceso de banalización a través de ciertos periodos a través de algunas series, no sé si es algo consciente o inconsciente. Siempre se puede hacer melodrama, pero no ignorar lo que eran las circunstancias objetivas de la vida española”, comenta Avizanda a la AFP.

Rebautizada en francés “Ya veremos mañana (A la sombra de Franco)”, la película de Francisco Avizanda se exhíbe desde el miércoles en un solo cine de París, que no es uno cualquiera.

El Espace Saint Michel, en la plaza del Barrio Latino que lleva el mismo nombre, a un paso del Sena y de la Universidad de la Sorbona, pasaba “La última tentación de Cristo” a finales de los ’80 hasta que un incendio criminal achacado a la extrema derecha (14 heridos) cortó por lo sano la exhibición de la polémica película de Martin Scorsese y cerró el cine varios años.

Desde que volvió a abrir, sus salas se especializan en guardar mucho tiempo las películas que programa, y casi siempre contraprograma como es el caso de “Hoy no se fía, mañana sí”.

El jueves en este cine y la víspera en el Instituto Cervantes, el público que llenó ambas salas de proyección mantuvo un intercambio apasionado con el director y los actores protagonistas.

Se mezclaban en desorden las ganas de saber más sobre ese periodo y el momento actual, los estereotipos franceses sobre la realidad española y también las comparaciones con otros países, con Irlanda, Argentina, Alemania, también con la colaboración en Francia…

“No hay grandes diferencias entre países cuando falta la libertad”, resumía el director navarro a modo de colofón de un debate intenso que se había prolongado tres cuartos de hora.