Mindi Rodas, una guatemalteca de 21 años cuyo esposo le cercenó barbilla, labios, nariz y parte de la frente, intenta recuperar el rostro en un hospital mexicano donde un equipo de cirujanos reconstruyen sus facciones en un complejo proceso de injertos de su misma piel.

“Mi esposo nunca me golpeaba, fue la primera vez”, dice a la AFP en el hospital Manuel Gea González de Ciudad de México, donde permaneció desde febrero hasta hace una semana, cuando fue dada de alta unos días previo a otra intervención.

Esa agresión -desencadenada por una demanda de manutención para su hijo de cuatro años, que presentó luego de que su esposo la dejara-, le destrozó a Mindi el rostro y la vida.

La joven, empleada doméstica en el poblado de Casillas del sur guatemalteco, esconde tras una mascarilla los dientes que asoman desnudos a falta de labios. También se observa un hueco donde tenía la nariz y la barbilla que se recupera de un injerto.

“Me atacó en julio de 2009. Me buscó, quería regresar. Me dijo: ‘Mindi, yo la amo’”, recuerda.

Después, un golpe en la cabeza. Perdió por momentos el sentido, aunque alcanzó a ver a su esposo sacar un cuchillo y encajárselo en el rostro. No conforme, le hundió la cabeza en un río para ahogarla.

Sobrevivió al brutal ataque. Se encontró desnuda, su rostro era un amasijo ensangrentado. “Pensé que era una pesadilla, pero era real”.

La llevaron a un centro de salud y luego la trasladaron a un hospital de Ciudad de Guatemala, donde sólo la curaron y le hicieron un injerto en la frente.

“Hubiera preferido morirme. Pensé mandar matar a mi marido, pero no quería mancharme las manos de sangre”, añade.

Su madre al verla se desmayó y su hijo reaccionó con rabia. “Me dijo: ‘cuando sea grande voy a comprarme una pistola y voy a matar a mi papá’. Jamás lo perdonaré, pero no quiero venganzas. Ya lo van a sentenciar por intento de homicidio”, relata.

Mindi obtuvo ayuda de la fundación de la esposa del presidente de Guatemala, Sandra de Colom, que ordenó su traslado a México para ser ingresada, con apoyo de la embajada guatemalteca, en el hospital gubernamental Manuel Gea González, considerado referencia mundial en cirugía craneofacial.

Fernando Ortiz-Monasterio, el maestro de la cirugía reconstructiva en México y directivo de esta área en el hospital, explicó a la AFP que la lesión de Mindi es similar a la de la francesa que en 2005 recibió el primer trasplante de rostro.

“Pero no llena ni lejanamente las características para trasplante. Es muy difícil obtener un donador del mismo sexo, raza y edad, que sea una persona con muerte cerebral. Estamos listos para hacer un trasplante de cara, tenemos candidatos, pero ella no”, explica.

Una persona con rostro trasplantado gasta de por vida mil dólares mensuales en medicamentos y requiere atención médica especializada, lo que Mindi no podría solventar, añade Ortiz-Monasterio.

Los médicos mexicanos han recurrido al injerto de piel, pero en vez de utilizar la de piernas o glúteos, como se hacía antes, se privilegia la de zonas con color y textura similar al rostro para que el resultado no parezca un “parche”, indica el experto.