Un tesoro compuesto por 25 cajas de whisky de 100 años se encuentra sepultado en la Antártica, y un grupo de valientes exploradores neozelandeses emprenderán la titánica tarea de rescatar algunas de ellas de los sólidos hielos del sur.
¿Cómo llegó el whisky hasta allí? No es que las profundidades antárticas generen botellas de whisky sino que en 1909 el explorador británico Sir Ernest Shackleton las dejó abandonadas.
Según informa en Discover Magazine a través de Fayerwayer, en su viaje el equipo de Shackleton equipo llevaba la bebida para reponerse de los fríos, pero dejaron las cajas enterradas bajo la cabaña que utilizaron en esa oportunidad tras dejar el continente antártico.
Las botellas de la desaparecida marca McKinlay and Co. habrían pasado los siguientes 100 años sin daños, protegidas por el hielo. Para recogerlas, los neozelandeses deberán usar unos taladros especiales para atravesar el hielo y llegar a las cajas, esperando al menos poder retirar una botella o sacar una muestra del líquido con una jeringa.
Pese a lo que parece, los exploradores no podrán beberse el whisky si logran sacarlo. De acuerdo a los protocolos internacionales, las cajas sólo pueden ser retiradas de la Antártica para fines de conservación.
La compañía que es dueña de la marca McKinley and Co. (que ya no se produce), afirmó que si consiguen una muestra, podrían replicar el whisky y volver a producirlo. Quien sabe, en unos años podríamos probar “whisky estilo Antártica”.