El cadáver del gobernador de la provincia de Caquetá (sur), Luis Francisco Cuéllar, secuestrado y posteriormente degollado en un hecho atribuido por el gobierno a las FARC, fue recibido el jueves por el presidente Álvaro Uribe, en un aeropuerto militar de Bogotá.
“Ha sido un encuentro conmovedor entre el presidente y los familiares del señor gobernador. Al final del encuentro, el capellán de las Fuerzas Militares hizo una oración frente al féretro. El presidente está muy conmovido por esta nefasta situación”, dijo a periodistas el vocero de Uribe, César Velásquez.
Procedente de Florencia, capital de Caquetá, donde se le rindieron tributos de los pobladores que lo despidieron con flores y pañuelos blancos, el cadáver de Cuéllar fue transportado en un avión de la Policía colombiana que aterrizó en Bogotá.
En la Base Aérea de Catam, Uribe y su ministro de Defensa, Gabriel Silva, se reunieron con los familiares de Cuéllar con quienes dialogaron durante media hora. Luego, el féretro del político asesinado fue trasladado hacia una funeraria del norte de la ciudad, donde será velado.
Cuéllar, que el martes cumplía 69 años, fue secuestrado la noche del lunes, según el gobierno, por un comando élite de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Tras sacarlo a rastras y ante la negativa del político a caminar por la selva, lo degollaron poco antes de la medianoche de ese día.
El gobernador, elegido con el apoyo del Movimiento Social Indígena en octubre de 2007, había sido secuestrado cuatro veces antes de asumir como mandatario regional en Caquetá, una zona de fuerte presencia de las FARC.
Su secuestro y posterior asesinato es el más grave ocurrido en Colombia desde que el presidente Alvaro Uribe asumió en agosto de 2002, y ha levantado críticas a la política de seguridad de su gobierno. El hecho dejó en vilo una anunciada liberación de dos rehenes de esa guerrilla.