Después de las elecciones generales de noviembre pasado en las que el PSOE (Partido Socialista Obrero Español) de Pedro Sánchez obtuvo 120 escaños, de los 350 que conforman el parlamento y en los que 176 son mayoría absoluta, ya se auguraba una negociación para obtener la tan difícil investidura como presidente de un gobierno “de izquierdas” en España.

Recordemos que la polarización española entre derecha e izquierda, unas más radicales que otras, hizo casi imposible la gobernabilidad entre 2015 y 2019. Por eso, los ciudadanos han asistido a las urnas cuatro veces en el periodo antes mencionado. El esquema es complejo y actualmente comienza a disiparse, al menos un poco.

Congreso español: un enemigo íntimo

En mayo de 2018, un empoderado líder del PSOE, Pedro Sánchez, llamó a una “moción de censura” contra el entonces jefe de gobierno Mariano Rajoy, a quien apartó del poder a votación plena, quedando como el nuevo al mando. Los escándalos de corrupción del centroderechista Partido Popular (PP) le dieron la razón, pero no la fuerza.

Cuando Sánchez presentó su propuesta de Presupuestos para continuar la gobernabilidad, un congreso dividido y polarizado le hizo sentir su rechazo, como a su rival Rajoy. El presidente de gobierno en turno sabía que era hora de llamar a elecciones. Abril del 2019 fue la fecha y aunque el PSOE obtuvo 123 escaños, estaban lejos de la mayoría absoluta (176).

GABRIEL BOUYS / AFP
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De la fecha de las elecciones a septiembre (2019), habían pasado 5 meses y no pudo ponerse de acuerdo con el resto de fuerzas políticas para ser investido.

“No hay mayoría (en el Congreso) que garantice una formación de gobierno, por lo que el país se va a ver abocado a una nueva repetición electoral”, reconocía Sánchez, quien se jugaba una nueva asistencia a las urnas, sabiendo que podía quedar fuera del esquema.

La decisión no fue antojadiza y la corona había intervenido, ya que el Rey Felipe VI, jefe del Estado, se reunió con el liderazgo de los otros partidos para saber si existía otro candidato que fuera electo desde el congreso como presidente. No tenía que ser necesariamente Pedro Sánchez.

El monarca informó que no hubo consenso y eso le dio luz verde a Sánchez para su propuesta de repetir elecciones. Eso fue el 10 de noviembre anterior, pero desde las elecciones de abril del 2019, ya habían transcurrido 8 meses en los que no conseguía su investidura, hasta ayer.

Sebastian MARISCAL / POOL / AFP
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La jugada política, Cataluña y el llanto

El pasado domingo, el congreso vivió una primera de dos jornadas de votación para investir a Sánchez. El resultado fue en contra y cabe aclarar que no se necesitaban 176 votos, pero si que los resultados estuvieran marcados por una votación mayor a los rechazos.

En esa jornada de fin de semana, se registraron 166 votos a favor, 165 en contra y 18 abstenciones. Sánchez perdía por un voto.

El resultado de ayer también fue apretado pero decisivo: 167 votos a favor, 165 en contra y 18 abstenciones que le permitirán mantenerse al frente del ejecutivo español.

El voto que hizo la diferencia, a simple vista, fue el de una parlamentaria del partido de izquierda Podemos, que el domingo estuvo ausente. Ayer no faltó a la cita, haciendo la diferencia pero sin ser la protagonista del triunfo.

La derecha española dice tener claro qué partido ayudó a Sánchez a ser investido, argumentando además que lo logró “traicionando a España”.

La separatista catalana Izquierda Republicana de Cataluña (ERC), no votó en contra de Sánchez, pero sus 13 diputados se abstuvieron de votar tanto el domingo como este pasado martes.

Con lo anterior, el líder del PSOE ganó más votos positivos que negativos. Si ERC hubiese votado en contra, la derecha habría alcanzado los 178 votos y por ende, Sánchez estaría fuera de juego.

Las acusaciones fueron subiendo de tono conforme pasaban las horas de la votación.

JUAN CARLOS HIDALGO / POOL / AFP
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Se trata de un “gobierno contra España, el más radical” de la historia del país, aseguraba Pablo Casado, del conservador Partido Popular (PP), la segunda fuerza de España.

¿Qué habría ofrecido a favor el PSOE al partido catalán que se abstuvo? Los socialistas pactaron crear una mesa de negociación entre el gobierno central y el regional catalán para resolver el conflicto nacido en esta región del noreste de España por el auge del separatismo.

Negociar se le habría dado bien al hombre que pasó una buena parte del 2019 intentando ser investido. Las últimas horas fueron clave para lograrlo, pero VOX, partido de ultraderecha de España y tercera fuerza política, ha condenado con todo el resultado.

Santiago Abascal, su líder, aseguró que es un ejecutivo “ilegítimo”.

Las lágrimas del nuevo vicepresidente del gobierno, Pablo Iglesias, del partido de izquierda Podemos, contrastaban con el descontento de la derecha.

El País
El País

El PSOE de Sánchez (120 parlamentarios) y Podemos de Iglesias (con sus 35 representantes), formaron un bloque de izquierda para gobernar al que llamaron “Unidas Podemos”.

Se trata de la unión de las izquierdas españolas que lograron los 167 votos para su misión, conquistando otros 12 votos: seis avales del Partido Nacionalista Vasco, tres de Más País-Equo-Compromís y los otros tres de parlamentarios del Teruel Existe, Nueva Canarias y Bloque Nacionalista Galego (BNG). La abstención de los 13 del partido catalán también sumó, ya que disipó un resultado negativo contra Sánchez.

Sánchez, sin Iglesias, no podría haberlo logrado, pese a sus marcadas diferencias en un inicio del viaje. La negociación los volvió aliados. De ahí, las lágrimas de la jornada.

PIERRE-PHILIPPE MARCOU / AFP
PIERRE-PHILIPPE MARCOU / AFP

Cataluña gana la posibilidad de obtener un proceso independentista, ya que el juramentado jefe de gobierno español, tratando de convencer a la región y sus parlamentarios, daba un discurso en su primer intento de investidura el domingo pasado, asegurando que se debe retomar la “senda política” con el diálogo y acabar con la “judicialización”, con relación a los que están procesados por liderar el proceso de separación de España.

La derecha lo considera como “vender a España” por sus pactos con los catalanes para obtener la investidura como jefe de gobierno. Sánchez dijo que “no se va a romper España, no se va a romper la Constitución, se va a romper el bloqueo”.

No obstante, se auguran meses difíciles para el gobierno de Unidas Podemos. Los catalanes se tomarán la palabra en algún momento y Sánchez deberá negociar con éxito, como en los días previos a su investidura.