Señor Ministro
Don Hugo Dolmestch Urra
Presidente
Excelentísima Corte Suprema

Excelentísimo señor Presidente:

Ante un reciente fallo de la Corte Suprema que otorgó la tuición de dos mellizos a un padre cuya pareja es del mismo sexo, usted realizó públicamente el siguiente comentario:

“Evidentemente que la comunidad chilena y los jueces hemos ido evolucionando y nos hemos ido poniendo a tono con la realidad”.

Más allá de discutir el fallo en cuestión, respetuosamente quisiera hacer notar a usted el errado y peligroso uso del concepto “evolución”, para justificar y legitimar el mismo.

En efecto, el concepto “evolución” deriva de la biología, y refiere al hecho de que, dependiendo de las condiciones de su entorno, las diversas especies del planeta permanecen adaptadas, o deben adaptarse si el mismo cambia. La Evolución es un hecho biológico incuestionable, si bien las diversas Teorías que han venido intentando explicar el modo en que se produce, puedan ser discutidas.

Por ejemplo, en Chile habita el insecto del orden Mecóptera, Notiothauma reedi MacLachlan, 1877, único representante vivo de la familia Eomeropidae, comúnmente conocido como “fósil viviente”, es decir, un especie pancrónica (1), ya que ha permanecido sin grandes cambios evolutivos al menos desde el período Pérmico, hace 275 millones de años (Peña, 2001), precisamente gracias a la relativa estabilidad del ambiente en que hasta ahora vive.

Señalado el ejemplo anterior, lo primero que resulta evidente es que el término “evolución” no es sinónimo de “cambio” –que es uno de los métodos evolutivos posibles–, y que refiere específicamente a un proceso de carácter natural.

De igual modo, el uso del concepto “evolución”, como sinónimo de “progreso” y de su raíz “avance”, o de “desarrollo” –conceptos utilizados por diversas tesis sociológicas–, ha sido ya desde la época de Darwin motivo de fuerte controversia, y fundamento de graves errores políticos y horrores históricos, cuando a partir de ellos se han pretendido establecer como propios de la “evolución”, determinados axiomas ideológicos.

En efecto, la apelación a la “evolución” como equivalente de “desarrollo” y el “progreso”, fue una de las más fuertes justificaciones de la esclavitud, y de la supremacía política, económica y cultural de Inglaterra y otras potencias europeas sobre buena parte del resto del mundo.

Del mismo modo, la errada interpretación de la selección natural –el fundamento de la Evolución establecido por Darwin-, llevó por una parte a la justificación de las tesis raciales del nacionalsocialismo histórico, y por la otra, a su contraparte, las tesis de la lucha de clases en el marxismo clásico, en ambos casos, señalando que se trataba de “hechos naturales”, producto precisamente de la errónea comprensión del concepto “evolución”.

En la actualidad, el fenómeno de apropiación de este concepto biológico, por parte de diversas doctrinas sociales no ha cesado, y se ha vuelto parte constante de las justificaciones de categorías ideológicas como el “Progresismo”, el “Desarrollismo”, el Neo Liberalismo”, el “Neo Comunismo” y el “Deconstruccionismo”, entre otras.

Tomando en consideración lo anterior, he querido exponer públicamente a usted estas breves consideraciones, ya que justificar una sentencia –sea la que fuere–, como muestra de la “evolución” de la Excelentísima Corte Suprema y sus integrantes, no sólo constituye un grave error conceptual, sino que un precedente nefasto, que en el futuro permitiría equiparar otros juicios de valor sociales y políticos, como hechos de la “evolución”, es decir, “naturales”: por ejemplo, la legalización de la pedofilia y la zoofilia–tesis de una agenda ideológica internacional con fuerte presencia en Chile-, la implementación de políticas eugenésicas, de la eutanasia y de muchas otras tesis políticas sustentadas por quienes pretenden que “Evolución” es sinónimo de “Progreso” o “Desarrollo”.

En lo que usted tiene razón, Excelentísimo señor Ministro, es que las leyes y la jurisprudencia sólo reflejan, legalizan e institucionalizan determinadas Categorías Ideológicas que han logrado volverse hegemónicas o al menos dominantes en la sociedad, y por eso acierta usted al declarar que la Ilustrísima Corte Suprema se ha “ido poniendo a tono con la realidad”, es decir, con el discurso socialmente hegemónico en la actualidad, sin que necesariamente eso signifique que sea verdadero, realmente mayoritario, y mucho menos natural.

Le saluda atentamente

Alexis López Tapia
C.I. 10.845.980-8

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